Andrés Sanfuentes

Manipulación de la Casen

Ingeniero comercial Universidad de Chile.Miembro del directorio del Centro de Estudios del Desarrollo.

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Jueves 29 de septiembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Andrés Sanfuentes

Andrés Sanfuentes

La difusión de los primeros resultados de la Casen 2015 despertó inmediatas reacciones tanto del gobierno como de la oposición, reflejando un oportunismo que ya no genera asombro. La encuesta es un instrumento complejo y sacar conclusiones sin mayor análisis solo indica el deseo de lograr pequeñas ventajas con prontitud, aunque posteriormente no se puedan sostener.


Las cifras objetivas indican que entre 2013 y 2015 la pobreza tuvo una reducción y que la distribución del ingreso mejoró levemente. El gobierno señaló que era el resultado del éxito de sus políticas de reformas sociales, mientras la derecha afirmó que el avance era muy pequeño e inferior a la tendencia observada en encuestas anteriores, en especial si se comparaba con el resultado de 2013, lentitud que era consecuencia de las mismas reformas de la presidenta Bachelet, causantes del escaso crecimiento económico y la caída en la inversión. Obviamente son afirmaciones de una liviandad sorprendente, tomando en consideración que la pobreza y la distribución del ingreso solo se afecta en plazos prolongados y como resultado de políticas estables en el tiempo.


La Casen 2015 registra algunos avances destacados. En primer lugar, se conformó un equipo consultor y ejecutor que evita sospechas de manipulación de los datos. En efecto, aparte de diferentes entes gubernamentales, se contó con la asesoría de la Cepal y la Universidad de Oxford, mientras la muestra ampliada provino del INE y la ejecución del trabajo de terreno fue realizado por el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile.


Otro progreso es la incorporación de nuevas variables en el cuestionario y la ampliación del concepto de pobreza, más allá de la tradicional ligazón con el ingreso autónomo y monetario, dando origen a la pobreza multidimensional, en que se miden un conjunto de indicadores relativos a la situación de educación; salud; trabajo y seguridad social; vivienda y entorno; y redes y cohesión social del encuestado y su familia. Así se da respuesta a la complejidad de la pobreza y a la crítica reiterada en el último decenio que sostiene que el progreso en el nivel de vida de los chilenos estaba dejando obsoletos fenómenos como la pobreza extrema.
Hay que resaltar que la Casen tiene serias limitaciones para analizar la pobreza y la distribución del ingreso, ya que mide la situación de los encuestados en un período muy breve de tiempo y en la realidad ocurren variaciones puntuales y significativas respecto a los datos recogidos dos años antes, tal como lo mostraron encuestas "de panel" que reflejaron una mayor estabilidad en los ingresos, especialmente en los trabajadores independientes y microempresarios, a diferencia de las Casen en que aparecen sin ingreso en un momento y con entradas manifiestas en un año posterior. Con la nueva medición se atenúa esta situación.


Hay que destacar que la esta medición muestra que la pobreza sigue disminuyendo, como una tendencia sostenida, a pesar de los vaivenes ocurridos en las variables macroeconómicas, lo cual refleja que es la consecuencia de las políticas sociales implementadas en los decenios recientes, en especial, en educación, empleo y previsión social que han acompañado al crecimiento económico y el empleo. Los indicadores mutidimensionales señalan que en Chile existen más de 3 millones de pobres, por lo cual se debería mantener como objetivo prioritario de las políticas públicas.


Al mismo tiempo, solo se registra un pequeño avance en la distribución del ingreso (reducción del coeficiente Gini y del índice 10-40), pero el país ocupa un lugar desfavorable según un reciente informe de la OECD, agudizado porque aún no cuenta con un sistema tributario que ayude a mejorar la equidad.


Los avances registrados en la Casen confirman que Chile está muy lejos de atravesar por una crisis económica y social, como lo plantean sectores de la derecha, del gran empresariado y algunos medios de comunicación, y que se reflejan en la profunda contradicción entre lo que piensa la ciudadanía, que opina que el país va por un buen camino en un 16%, versus el 74% que cree lo opuesto (Cadem septiembre); mientras por el contrario, cuando se le consulta por la situación económica personal y de su familia responde que es muy buena o buena en un 50%, contra el 31% que afirma que es mala o muy mala, de acuerdo a la misma medición. Ilustrativo, ¿no?

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