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Ante Rusia, una Europa dividida y distraída

Gideon Rachman© 2022 The Financial Times Ltd.

Por: Gideon Rachman | Publicado: Miércoles 26 de enero de 2022 a las 04:00 hrs.
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Gideon Rachman

La mayoría de los grandes países de Europa occidental se encuentran actualmente en medio de transiciones políticas desestabilizadoras, lo que los hace estar aún menos preparados de lo habitual para una confrontación con Rusia.

En el Reino Unido, el control del primer ministro Boris Johnson sobre el poder es cada vez más débil. En Francia, Emmanuel Macron está a menos de tres meses de las elecciones presidenciales. En Alemania, Olaf Scholz lleva apenas unas semanas como canciller y está intentando mantener unido un gobierno de coalición que no ha sido probado. En Italia, un colegio electoral se elegirá un nuevo presidente.

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A las democracias reglamentarias les resulta difícil enfocarse en una “disputa en un país lejano entre personas de las que no sabemos nada”, como dijo Neville Chamberlain sobre Checoslovaquia. Pero éste es un momento especialmente agitado en Europa occidental, lo que puede hacer que sea un buen momento para que el presidente Vladimir Putin haga sus jugadas en Europa oriental.

En Gran Bretaña, Johnson tiene que esforzarse ahora en intentar evitar su propia ruina política. En una movida mayormente desapercibida por el público, el gobierno del Reino Unido ha adoptado una posición de línea dura respecto a Ucrania. Los británicos han enviado armamento defensivo al país y han acusado públicamente a Rusia de planear un golpe de Estado en Ucrania. Esta postura del Reino Unido es una herencia de más de una década de malas relaciones con Rusia.

Sin embargo, los instintos franceses y alemanes sobre Rusia también despiertan una gran desconfianza en el resto de Europa. Macron nunca ha disimulado su ambición de ser la figura política dominante en la UE, una ambición que puede parecer más plausible ahora que Angela Merkel ha dejado de serlo tras 16 años como canciller alemana.

Pero la mayoría de los países más pequeños de Europa esperan que EEUU garantice su seguridad. De hecho, algunos temen que el presidente francés pueda socavar su seguridad, al intentar llegar a un acuerdo con Rusia ignorándolos. Esas ansiedades se acentuaron la semana pasada, cuando Macron pronunció un discurso en el que sugirió que la UE debería lanzar su propia iniciativa diplomática con Rusia.

La principal interrogante se cierne sobre Alemania. La crisis ucraniana afecta a una de las mayores fallas que atraviesa el nuevo gobierno de coalición. Los Verdes, quienes ocupan el ministerio de Relaciones Exteriores, tienen una postura relativamente dura hacia Rusia. Pero el partido de Scholz, los socialdemócratas (SPD, por su abreviatura en alemán), tiene muchos “Russlandversteher” (simpatizantes de Rusia) en sus filas. Gerhard Schröder, el último canciller del SPD antes de Scholz, preside el comité de accionistas del Nord Stream 2, el polémico gasoducto de Rusia a Alemania que evita a Ucrania. Ese oleoducto se ha convertido en un símbolo de la malsana dependencia alemana de Rusia y del desprecio por los intereses de los países que se encuentran entre Rusia y Alemania.

El deseo alemán de minimizar o incluso ignorar los peligros que representa la Rusia de Putin está profundamente arraigado en la historia. Pero probablemente no sea sostenible. Berlín está más cerca de Leópolis, la mayor ciudad del oeste de Ucrania, que de París. Le guste o no, Alemania está ahora incómodamente cerca de la primera línea del conflicto más peligroso de Europa.

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