Axel Kaiser

Hay centroderecha para rato

Axel Kaiser Director Ejecutivo Fundación Para el Progreso

Por: Axel Kaiser | Publicado: Martes 20 de febrero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Todas las condiciones están dadas para que la derecha gobierne por mucho tiempo en nuestro país. La izquierda es una bolsa de gatos que probablemente seguirá en permanentes rencillas dividiéndose aún más mientras el gobierno de Sebastián Piñera tiene la oportunidad histórica de traer verdadero progreso al país. Y es de eso último que dependerá en buena medida el futuro de la centroderecha chilena, pues la izquierda no dudará en articularse para aprovechar cualquier descontento mayor que se produjese con ella.

Para que el gobierno de Piñera sea exitoso, primero debe entender profundamente por qué fue elegido, cuestión que no se agota con la tesis de que la gente no quería la retroexcavadora. Quienes votaron por Piñera parecen esperar algo más que evitar el mal mayor y por tanto las expectativas no son bajas.

Empleo y modernización del Estado son, como bien sabe el presidente electo, asuntos claves para su equipo y que la izquierda es incapaz de ofrecer. Lo mismo ocurre con el orden público. La centroderecha debe, de una buena vez y sin complejos, convertirse en el referente de verdadero control de la delincuencia y, ciertamente, de control del tema migratorio.

Este último punto se ha mencionado poco pero es esencial. La izquierda, con Bachelet, cometió el suicidio político -y, como diría Zizek, antidemocrático- de dejar entrar una migración totalmente descontrolada, especialmente de haitianos, que está cambiando dramáticamente la fisionomía social y cultural de nuestro país y que, si somos francos, implicará enormes e incumplibles desafíos desde el punto de vista de su integración.

En la era de la corrección política –ese verdadero fascismo que persigue con un látigo de descalificaciones a cualquiera que pretenda decir verdades no ajustadas a la fatua ideología sentimentalista de moda entre las élites- afirmar lo anterior no es fácil, pero es claro, cuando se conversa con gente común y corriente, que buena parte del respaldo que obtuvo Piñera se debe a la desconfianza y ansiedad que provoca una migración sin control alguno.

Podrá gustar o no esta realidad, pero, como ha explicado muchas veces Jonathan Haidt alertando sobre el peligro de la migración masiva para la estabilidad social, los seres humanos somos de naturaleza tribal y no toleramos fácilmente grandes cambios en nuestro entorno.

La izquierda intentará hacer su juego de siempre poniéndose del lado de las “víctimas” en otra versión de su adorada lucha de clases y pretenderá generar, a partir de ahí, una nueva base electoral. En el camino tratará de racistas, fachos pobres e idiotas a todos quienes se oponen a una migración descontrolada, algo que ha hecho en todas partes con desastrosas consecuencias para su causa política.

La centroderecha deberá, por lo tanto, aprovechar la oportunidad y ordenar el tema migratorio enmarcándolo en un relato más amplio que deberían transmitir todos los ministros. El relato debe desarrollarse en torno a principios, como por ejemplo, que un país próspero requiere de orden y de autoridades responsables que protejan el derecho de sus ciudadanos a hacerse cargo de su propio bienestar abriéndoles espacios de libertad y seguridad.

Este mismo relato, basado en principios, es el que se debería dar al arreglar la educación, la reforma tributaria, para reformar el Estado y mejorar la legislación laboral, etc. El público debe percibir que hay un plan de país y sintonía de los valores que los sustentan entre los diversos ministros, es decir, que el timón está firmemente alineado en una dirección y que esa dirección no es la del discurso elitista, sino la de las clases medias y emergentes que quieren sentirse tomadas en cuenta por sus autoridades y no despreciadas y sujeta a grandiosos experimentos sociales sin que alguien les haya preguntado nada.

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