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Chile y Colombia: dos presidentes frente a la crisis social

José Luis Parra Director del Observatorio de la Alianza del Pacífico UC Eduardo Pastrana Doctor en Derecho, profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Por: José Luis Parra, Eduardo Pastrana | Publicado: Jueves 5 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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José Luis Parra, Eduardo Pastrana

Al momento del estadillo social tanto en Chile y en Colombia, sus Presidentes enfrentaban caídas en su polularidad. Las causas del descontento de la ciudadana presentaban algunas características que son similares en ambos países, una fuerte percepción del incremento de la corrupción y de los abusos por parte de algunas empresas (sin castigo o bajas penas), desconfianza hacia las principales instituciones del estado, incluída la clase política, poco avance legislativo por bloqueo en las reformas impulsadas por el ejecutivo, que en caso de Colombia arroja un resultado muy negativo, y por último la ralentización de la economía.

Considerando lo anterior, existe la convicción de que la agenda social ha sido relegada por décadas en ambos países, pero se pueden identificar diferencias en los detonantes de la movilización. En Colombia, la agenda social fue aplazada y contenida hasta no lograr una solución política del conflicto con las guerrillas. En Chile, se dio un agotamiento del modelo económico que no logró cumplir con las altas expectativas que tenían los sectores medios en ascenso.

Después de la sorpresa por el estadillo social, el Presidente Piñera ha sido cuestionado por la ciudadanía y la oposición por varias decisiones: el decreto de estado de emergencia; la lentitud en la toma de decisiones al inicio de la crisis; la falta de protocolos y equipos adecuados en Carabineros; la baja capacidad de los servicios inteligencia del Estado; el descontrol prolongado del orden público; y los desaciertos comunicacionales. En cambios, se valoraron positivamente el cambio del gabinete, el llamado del Presidente a un acuerdo por la paz propuesto a los partidos políticos, que condujo al primer gran acuerdo nacional por una nueva Constitución, y esta semana el lanzamiento de un paquete de reactivación de la economía.

El Presidente Duque ha sido igualmente cuestionado por sus primeras reacciones al conflicto social, primero al fijar una agenda de siete punto sin consensuarla con sus interlocutores, la promulgación de algunas medidas populistas que no resuelven los temas de fondo, pero sí generan un mayor nivel de endeudamiento del estado, además del fuerte rechazo a las propuesta de reforma pensional, tributaria y su intención de implementar el fracking. En lo positivo, ha llamado a un diálogo denominado “Conversación nacional”, no ha hecho uso excesivo de la fuerza pública y ha respetado el derecho constitucional a la protesta sin violencia. Adicionalmente, se le reconoce por algunos sectores la labor de los comandos unificados de inteligencia, que previeron escenarios de amenaza a la seguridad frente al primer gran paro y lograron neutralizar mucho del daño a la infraestructura.

En ambos países se había producido una desconexión de las élites políticas y económicas con las necesidades reales de la ciudadanía. Por lo tanto, el reto para ambos mandatarios es enorme, y sus resultados están sujetos a la capacidad de sintonía con las demandas y sus capacidades de liderazgo para generar dialogos fructiferos con los distintos actores de la sociedad.

En el caso de Chile, Piñera deberá focalizarse en lograr el control del orden público, la reactivación de la economía, la firma de un acuerdo nacional sobre una agenda social de mediano y largo plazo. Duque, por su parte, deberá refomular sus reformas estructurales que interpreten más a la ciudadania y menos a las élites políticas y económicas del país, y lograr consensos con la oposición cada más creciente en los distintos cargos de elección popular.

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