Chile y el cooperativismo mundial

En estos días se promulgará en Chile la reforma a la Ley General de Cooperativas. Apreciamos el esfuerzo del ejecutivo y legisladores por modernizar el sector. Las modificaciones introducidas constituyen un avance, pero nos resta mucho camino por recorrer.

Es cierto que nuestro país ha transitado una senda propia en el concierto latinoamericano en las más diversas dimensiones. También es cierto que nos encanta compararnos con los países desarrollados. Sin embargo, por alguna razón, en muchas materias renegamos de aquello que otras latitudes no sólo admiramos, sino que funciona y se promueve con una fuerza inusitada. Un ejemplo de lo anterior lo constituyen las cooperativas.

En los albores del Siglo XXI nace a la vida el Reglamento (CE) Nº 1435/2003, que constituye el Estatuto de la Sociedad Cooperativa Europea. En su enunciado se deja perentoriamente establecido que la Unión Europea facilita el desarrollo de las actividades transnacionales de las cooperativas, dotándolas de instrumentos jurídicos adecuados que tengan en cuenta sus características específicas. Dicho cuerpo normativo en conjunto con la Directiva complementaria, permite la creación de nuevas cooperativas por parte de personas físicas y jurídicas a escala europea y garantiza los derechos a la información, consulta y participación de los trabajadores en una sociedad cooperativa europea (SCE). La adopción del precitado reglamento representa el establecimiento de un auténtico estatuto jurídico único de la sociedad cooperativa.

Por su parte, la Comisión Europea, con el fin de estimular la competitividad de la cadena de suministro de alimentos se comprometió a promover y facilitar la reestructuración y consolidación de la agricultura fomentando la creación de organizaciones voluntarias de productores agrícolas. Así la Dirección General de Agricultura y Desarrollo Rural apoyó el proceso de formulación de políticas y ha puesto en marcha un estudio a gran escala que proporciona información detallada sobre las cooperativas exitosas y las organizaciones de productores, como sobre las medidas de apoyo eficaces para estas organizaciones. Estas ideas pueden ser utilizadas por los propios agricultores, en la creación y el fortalecimiento de su organización, y por la CE en su esfuerzo para fomentar la creación de las organizaciones de productores agrícolas en la UE.

Esto está ocurriendo ahora. El cooperativismo es vital en todas las sociedades. Chile debe volver la mirada a este sector.