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Cinco consejos para aprovechar la visita del Papa

IGNACIO ARTEAGA PRESIDENTE USEC

Por: IGNACIO ARTEAGA | Publicado: Martes 4 de julio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Ha pasado la sorpresa inicial: Su Santidad el Papa Francisco viene a Chile en enero del próximo año. Una sorpresa alegre, porque siempre es bueno recibir en casa a las personas que nos quieren bien. Una sorpresa en cierto modo previsible, pues se venía hablando desde hacía varios años de la posibilidad de que nos visitara por segunda vez un Sumo Pontífice.

Hubo algunas reacciones frente a esta noticia que me llamaron la atención. En primer lugar, un grupo de personas cree que el Papa viene a reprochar en público a quienes piensan distinto –no a él, sino que al comentarista de turno–. Ellos instrumentalizan la visita del Papa para sacar ventajas políticas contingentes y pierden así la oportunidad de dejarse interpelar por un mensajero que suele sorprender a todos.

Un segundo grupo, no menor, asume que ya sabe a qué viene el Papa; creen conocer su agenda al detalle, sus intenciones, sus gustos y qué gestos tendrá hacia los chilenos. A ellos ya nada les sorprende; son quienes cerraron su mente y su corazón a la posibilidad de que el Papa les diga algo novedoso, algo que toque su corazón.

Un tercer grupo, que yo llamaría los segmentados, son los que creen que sólo viene el jefe de la Iglesia Católica, o al revés, quienes asumen que nos visitará el jefe de un pequeño Estado que lidera a un grupo de creyentes idealistas. Otros, aún más específicos, están seguros de que viene el representante de una vertiente específica de la Fe, cuyo motivo oculto es la tramitación parlamentaria de ciertos proyectos de ley.

Todas estas aproximaciones a la visita del Papa son sesgadas e incompletas. Porque el Papa Francisco viene entero y para todos los chilenos. Y con él, toda la misericordia que ha caracterizado su Pontificado, de la cual ha hecho su sello y que es el modo como quiere que lo recuerden.

¿Qué lección podemos sacar de todo esto para que la visita papal dé todos los frutos posibles? Personalmente veo cinco simples consejos que quizás nos puedan ayudar a todos y que quiero compartir con ustedes.

1. Dejarse sorprender, abrir la mente y el corazón a nuevas ideas. Poner en pausa nuestras creencias, opiniones y gustos personales durante tres días y oír con humildad lo que el Papa Francisco tiene que decirnos. Abramos los oídos y los ojos porque estoy seguro de que oiremos y veremos cosas nuevas.

2. No creer todo lo que se lee, ni siquiera si viene citado textual. Si una cuña cortita del Papa le suena escandalosa o revolucionaria, dude; lo más probable es que se trate de un intermediario con agenda propia o de alguien que no entendió nada de lo que pasó ante sus ojos. La prensa a menudo no capta las sutilezas del Papa Francisco. Por eso, si le cuentan “dicen que dijo”, vaya a la fuente original y oiga o lea la frase completa. Se asombrará.

3. Prepararse y acostumbrar el oído. Antes de ser Papa, Jorge Mario Bergoglio fue conocido por sus “bergoglismos”, frases de su propia creación que explican en fácil y de forma coloquial asuntos de la Fe cotidiana, a veces muy profundos. Uno de mis ejemplos favoritos es “Cristo nos primerea”. Googléelo, se lo dejo como desafío. Revise la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, es el equivalente al programa de gobierno del Papa. Pida consejo a personas confiables y bien informadas para que le expliquen qué entiende el Papa por “pueblo”, qué son para él “las periferias”, cuál es el nombre de Dios para Francisco, cuál es la crítica de fondo que hace a cierto tipo de economía, qué es la “teología del pueblo” y en qué se diferencia de la teología de la liberación.

4. Mirar los detalles. El Papa Francisco es un hombre de gestos.

5. Para los afortunados que tendrán la gracia de ver al Papa en persona y cruzar con él algunas palabras, un saludo o una bendición. Mírelo a los ojos, déjese mirar por él. No pierda tiempo en una selfie. Mírelo y que él le mire; escuche lo que quizás le diga. Atesórelo.

¡Por último, si es de los que le va a regalar algo en alguna ceremonia, sea original y no repita el lugar común de la polera del equipo de fútbol o el mate!

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