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Covid-19: políticas públicas y falsas dicotomías

Guillermo Le Fort Varela Profesor Titular FEN UChile

Por: Guillermo Le Fort Varela | Publicado: Jueves 23 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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Guillermo Le Fort Varela

Cansa ver a animadores y opinólogos pidiendo cuarentenas generalizadas por el Covid-19 y defendiendo falsas dicotomías entre salud y economía. Algunos, rayanos en el fariseísmo, acusan a quienes osan plantear una visión más ponderada de estar “dispuestos a pagar en vidas la reactivación de la economía”.

El grave problema que enfrentamos no se soluciona con medidas efectistas. Además, la economía y la salud están estrechamente unidas, como defendió un editorial reciente de este mismo medio, y como lo muestra la relación histórica entre la mejora en los indicadores de salud de los distintos países y el incremento en su producto y niveles de vida.

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Las soluciones de esquina distan mucho de ser óptimas. El encierro generalizado y prolongado destruiría la economía y al terminar éste, el virus volvería a aparecer. En el extremo opuesto, ignorar el virus a la “AMLO-Bolsonaro” tiene un costo directo en vidas altísimo y también un impacto nefasto sobre la economía. El colapso del sistema hospitalario generaría un caos al menos por el tiempo que demora el contagio desordenado de ¾ partes de la población.

Las experiencias más exitosas enseñan la importancia de testear ampliamente, rastrear y aislar a los portadores del contagio. Para esto se necesitan recursos, información y una política flexible y dinámica de cuarentenas focalizadas. Debemos confiar en las autoridades sanitarias, así como en el juicio de los expertos que las asesoran y que proponen soluciones en el ámbito de lo conocido y en la medida de lo posible, manteniendo el pulso vital de la economía y avanzando hacia una nueva normalidad.

El costo de una paralización generalizada y prolongada lo pagaríamos todos, pero especialmente los que están fuera del paraguas protector del sistema de seguridad social, los independientes, los informales y, particularmente, los más pobres. Para algunos existe la fantasía de que el Estado puede entregar ingresos compensatorios para que todo el mundo pase un encierro prolongado sin sentirlo. A pesar de las valiosas políticas mitigadoras en aplicación, todo el mundo incurrirá en costos importantes por el paro. La compensación que puede realizar el Estado es parcial y temporal, dado que sus recursos serán más limitados mientras más amplio y duradero sea el paro.

Lo que ya ha comprometido el Estado en ayudas para dos o tres meses eleva el déficit fiscal a 8% del PIB para este año, suponiendo una caída del producto moderada, -2%, o menos de la mitad de lo que proyecta para Chile el FMI (-4,5%), lo que es financiable. Pero si las medidas debieran ampliarse a seis meses o más, y si la caída del PIB se ampliara incluso por encima de los pronosticado por el FMI, entonces nos encontraríamos con déficits enormes y una muy severa restricción de recursos. Ésta a la larga pondría en riesgo no sólo la continuidad de las medidas para enfrentar el virus, sino que todos los programas sociales en su actual condición.

La salud y la economía no son independientes entre sí; si prescindimos de una, tampoco tendremos a la otra.

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