Cristián Saieh

Confianza y negociación

Un rasgo característico de la sociedad global actual es la mirada crítica con que se examina toda clase de organizaciones; Chile no escapa a ello...

Por: Cristián Saieh | Publicado: Miércoles 25 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Un rasgo característico de la sociedad global actual es la mirada crítica con que se examina toda clase de organizaciones; Chile no escapa a ello. El clima de escrutinio al que se ven sometidas la casi totalidad de las instituciones nace de la exigencia de transparencia en sus operaciones, por la profunda desconfianza que la ciudadanía ha desarrollado en los últimos años. Bien lo saben los partidos políticos, el Poder Judicial, la Iglesia Católica y, últimamente, con cada vez mayor fuerza, las empresas: La Polar, Codelco y Anglo, productores avícolas, y tantos otros hoy en la palestra. Vivimos un ambiente de suspicacia y desconfianza casi paranoica.

El Informe Panorama de la Sociedad, elaborado por la OCDE hace sólo unos meses, revela que Chile es el país más desconfiado de dicha agrupación; sólo el 13% de los entrevistados chilenos declararon “confiar en otras personas.”
La confianza es la disposición a depender de las decisiones de otra persona en una situación en que no es posible descartar el riesgo y el ser defraudado. Es indispensable que la confianza aumente si queremos una sociedad desarrollada. En éstas los conflictos y las decisiones se toman negociadamente, porque existe confianza en que las partes intervinientes generarán mayor valor para todos los involucrados 
Las culturas insulares y familiares como la nuestra necesitan conocer cercanamente al otro para saber si es posible o no descansar en su responsabilidad. Es difícil superar la barrera de la desconfianza en este tipo de culturas. Sin embargo, hasta hace pocos años en Chile había mayor confianza en las instituciones, lo que era un importante paso para dar entrada a la confianza interpersonal entre desconocidos. Si la ley funcionaba era posible firmar contratos con quienes no conocemos y esperar su cumplimiento.

Si, como resultado de la globalización, los contactos con extranjeros se multiplicaban, se podía constatar que la mayoría de estos son satisfactorios y la confianza interpersonal se incrementaba. Sin embargo, actualmente hay molestia ciudadana por los evidentes abusos de poder, especialmente en los jóvenes, desempleados y en quienes han visto un mayor crecimiento de la economía sin un correlato en su calidad de vida.

La desconfianza hace difícil superar conflictos y, por ende, avanzar hacia el desarrollo. Las negociaciones para abordarlos tienen dificultades para comenzar y frecuentemente son desahuciadas de manera unilateral. La estrategia más usada por los negociadores es competitiva, judicializando los quiebres. Este camino lleva a dejar mucho valor en la mesa de negociaciones, lo que se traduce en mermas de eficiencia y productividad a nivel de las empresas y en intrincados conflictos judiciales y políticos, que distraen la atención de quienes son los responsables de generar condiciones para que nuestra sociedad sea más justa y próspera. Urgen acuerdos globales inclusivos de amplios sectores sociales que permitan trazar caminos de confianza, al menos en nuestro sistema financiero y político, que son claves para la confianza ciudadana y el desarrollo nacional.

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