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Cuidado con la euforia

Gonzalo Said, Presidente Fundación Generación Empresarial

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Diversas señales en el ambiente empresarial nos sugieren que lo peor de la triple crisis -social, sanitaria y económica- podría ir quedando atrás. El IMACEC de noviembre 2020, el último dato oficial de actividad mostró por primera vez desde marzo una expansión interanual, aunque leve, de 0,3%. Otro elemento esperanzador es que, desde julio pasado, el punto más bajo de la crisis en materia de empleo, se han recuperado unos 840 mil puestos de trabajo, revirtiendo en parte la histórica caída en el número de ocupados.

Por su parte, las señales desde el entorno externo han sido en general favorables para la economía chilena. Una rápida recuperación de la producción industrial de China -que crece al 7% anual- ha apuntalado el precio de varios commodities, en particular el del cobre, que ha escalado a US$3,6 la libra, su mejor cotización en casi ocho años.

Un tercer elemento que afianza las perspectivas del mundo empresarial es que la crisis social ha sido encauzada dentro de un marco institucional, que ha devenido en un proceso constituyente con alta participación. Mientras la violencia y el caos parecen ir remitiendo, un inédito interés desde los partidos y desde el mundo independiente enciende la futura elección de convencionales.

No obstante, todavía hay demasiados factores de incertidumbre que nos exigen tener un optimismo cauteloso. En materia económica, los mejores indicadores que veremos progresivamente están distorsionados por una base de comparación bajísima, que exacerba una sensación de recuperación todavía inexistente y que se suma al enorme shock que implican los retiros sucesivos de las AFP y las necesarias ayudas estatales. Todos estos factores son, por definición, temporales. En el ámbito externo, la incertidumbre asociada a la transición política norteamericana y un fuerte aumento de los contagios en Europa son razones suficientes para atenuar el optimismo desmedido.

En materia laboral, efectivamente se han recuperado parte de los puestos de trabajos destruidos, pero es muy preocupante que 2 de cada 3 empleos creados en el último tiempo sean informales. Las empresas deberán cerciorarse de que la recuperación económica sea permanente y evaluar cómo impactan en su gestión los cambios estructurales que en muchos sectores dejó la pandemia, antes de decidir nuevas contrataciones.

Pese al fuerte entusiasmo que despierta el proceso constituyente, que definitivamente comparto, no se puede soslayar que existen múltiples interrogantes que aún están por resolverse. La composición, el funcionamiento y las decisiones de la futura Convención Constituyente son inciertas y vienen precedidas de un ambiente político convulso, atomizado y con escasa visión de largo plazo. Todavía esperamos el surgimiento de voces desde el mundo político que lideren una discusión respetuosa y con altura de miras.

Estar dejando atrás el abismo social, sanitario y económico en el que estuvimos debe ser motivo de alegría para el mundo empresarial. Pero falta mucho todavía para que tengamos elementos objetivos para ceder a la euforia.

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