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De vuelta al origen

Director Ejecutivo Patagon Land Investment

Por: Jaime Iglesis | Publicado: Martes 21 de marzo de 2017 a las 04:00 hrs.
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Marzo es el mes que mejor grafica el intenso ritmo de la ciudad. El término de las vacaciones, la vuelta a clases, los largos tiempos de traslado, son solo algunas de las acciones que históricamente deben ser sobrellevadas durante este período y que evidencian la necesidad de una ciudad más amable.

En los noventa, en busca de esa ciudad, los habitantes de Santiago migraron hacia zonas periféricas que garantizaran una mejor calidad de vida. Así, según el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica, 81 mil viviendas se construyeron en Lampa, Colina, Padre Hurtado, Talagante y Quilicura entre 1992 y 2011, en parte impulsadas por una industria inmobiliaria que ofertaba no solo un proyecto de vivienda, sino una experiencia de vida.

Sin embargo, en su premura por satisfacer la necesidad de las personas, el sector inmobiliario inició un desarrollo urbano inorgánico en zonas que tardarían años en contar con el soporte necesario para una verdadera vida de barrio. La escasez de conectividad y de sistemas de comercio hizo que muchos volvieran, casi una década después, a mirar los barrios tradicionales de la capital como única solución para contar con un hogar urbanizado.

Así, a partir del 2000 se gestó un fenómeno urbano de densificación de Santiago, con un total de 169.040 viviendas construidas en el eje Américo Vespucio entre 2002 y 2011 -según datos del INE- en contraste con el ritmo de ventas de soluciones en altura durante los 90, inferior al 45%.

Más allá de la tendencia o el deseo de muchos de volver a la ciudad o alejarse de ella, lo importante es concretar soluciones habitacionales que acompañen a las personas. Públicos y privados debemos tomar en cuenta las lecciones aprendidas del Santiago de los 90, tanto para recibir eficientemente a quienes quieran volver a una ciudad densificada, donde trabajo, comercio, educación y entretención sean coherentes con las expectativas de un ciudadano moderno; como a quienes han optado por vivir en entornos periféricos, sin que ello implique aislamiento, innovando para otorgar sistemas amigables, funcionales y proyectables.

Planificar la ciudad y desarrollar el negocio inmobiliario deben ir de la mano con la experiencia de vida de quienes habitan las urbes. Una casa o departamento ya no constituye necesariamente un hogar. Lejos del centro o inserto en éste, una vivienda debe sí o sí ir acompañada de un entorno, con soluciones que de manera organizada y orgánica hagan de un mero conjunto de casas, el barrio que buscamos para vivir.

Marzo, como ningún mes, implica volver, y si bien muchas personas han decidido también volver a vivir en la ciudad, debemos estar preparados para hacer ciudad en todas partes.

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