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Desafíos del nuevo regulador financiero

Eric Parrado Economista Jefe y Gerente General del Departamento de Investigación del Bid y ex superintendente de bancos e instituciones financieras de chile. 

Por: Eric Parrado | Publicado: Viernes 31 de mayo de 2019 a las 04:00 hrs.
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Eric Parrado

La fusión de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) con la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) este 1 de junio significará una nueva y significativa etapa en la regulación y supervisión financiera chilena. Bajo un mismo paraguas tendremos una entidad encargada de la supervisión de los bancos, las cooperativas, las empresas de retail, las compañías de seguros y todas las empresas que emitan valores de oferta pública.

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A pesar de que no hay una mejor práctica internacional que sugiera que un supervisor único es el esquema más adecuado para velar por la estabilidad financiera, sí hay claridad sobre cómo debiéramos avanzar hacia adelante para preservar la estabilidad financiera de nuestro país con este nuevo esquema.

Hay consenso respecto de la importancia del sistema bancario en la estabilidad financiera de los países. Los impactos de crisis bancarias en el mundo han sido en extremo dañinas para las economías que las han sufrido. Chile no ha sido la excepción. Solo tenemos que recordar la crisis bancaria que golpeó al país a principios de los 80 y que significó una caída del Producto Interno Bruto de más de 14% en 1982, mientras que la tasa de desempleo se empinó hasta casi un 25%. En el ámbito global, las recientes turbulencias bancarias vinieron desde el mundo desarrollado con la crisis financiera global del 2008-2009. Justamente una de las lecciones que dejó esta crisis es que no solo hay que contar con una buena regulación, sino también con una supervisión enfocada en la solvencia de los bancos.

En este contexto, el caso inglés de supervisión pre-crisis global es el mejor ejemplo de lo que debemos evitar para el éxito de esta nueva institucionalidad. En particular, el ejemplo internacional de supervisión consolidada fue la Financial Services Authority (FSA) que justamente fusionó las actividades regulatorias y de supervisión tanto en el ámbito de la solvencia de las instituciones como en la conducta de mercado. Lamentablemente, ese ejemplo fue perdiendo fuerza debido a las deficiencias de la supervisión de los bancos ingleses antes de la crisis global, en que el foco estuvo más orientado a la conducta de mercado que a la solvencia de su sistema.

Producto de estas falencias supervisoras el gobierno inglés decidió en 2012 reestructurar la institucionalidad, eliminando la FSA y separando los dos objetivos bajo dos nuevas agencias: la Financial Conduct Authority (FCA) encargada de los temas de conducta de mercado y la Prudential Regulation Authority (PRA) del Banco de Inglaterra encargada de los temas de solvencia.

Chile está dando el paso de supervisión consolidada y, por lo tanto, debe tratar de integrar de la mejor forma los dos objetivos –solvencia y conducta– enfatizando el continuo fortalecimiento de nuestra estabilidad financiera.

Otro de los desafíos claves es el de contar urgentemente con una ley de supervisión de conglomerados financieros que le den las facultades a la CMF para regular conjuntamente distintas empresas dentro de un mismo grupo. La fusión de la SBIF con la CMF no implicará nuevas facultades respecto a conglomerados y, por lo tanto, los beneficios de la integración se limitarán a contar con un flujo de información expedito entre sectores supervisados, a evitar el arbitraje regulatorio, y a homogeneizar los procesos de regulación y supervisión.

Sin embargo, esta nueva institucionalidad requiere un organismo que pueda regular y supervisar a los conglomerados que pueden crear mayor inestabilidad financiera a su propio grupo, vía contagios financieros entre empresas de distintos sectores. Y al ser cada vez más complejos y sofisticados, los conglomerados financieros pueden tener importancia sistémica que el nuevo regulador no controle en su totalidad. Si estamos avanzando en la supervisión consolidada es necesario dar este paso adicional fundamental para el éxito de la nueva CMF.

Finalmente, el éxito de este nuevo esquema supervisor se basa en la independencia y autonomía de todas sus decisiones regulatorias y supervisoras, que claramente tiene una relación directa con su financiamiento. Las responsabilidades asumidas por el nuevo supervisor financiero son altísimas como para dejar de lado la discusión de su independencia financiera. La nueva institucionalidad no cambiará las reglas actuales de financiamiento y por lo tanto las contribuciones por parte de las instituciones fiscalizadas de la ex SBIF se mantendrá en la nueva CMF.

Este esquema representa la mejor práctica internacional que es aplicada no solo en algunos de los supervisores de nuestros países vecinos, sino también a supervisores en países desarrollados como lo es el propio Banco Central Europeo o el Banco de Inglaterra.

Al contrario de la mitología popular, no existe ningún conflicto de interés, ya que es una contribución fija y que está en la ley. Hay que potenciar el esquema para que el financiamiento de la nueva CMF esté acorde a las altas responsabilidades que hoy está asumiendo.

La nueva CMF tiene tremendos desafíos por delante que no solo incluyen los ya descritos, sino que también muchos otros, incluyendo la fusión de culturas distintas, la implementación de Basilea III, la adaptación de la regulación y supervisión de empresas FinTech y la consolidación de sus procesos de supervisión. Por ello hay que apoyar a sus comisionados y especialmente a todos los colaboradores que con su servicio público nos ayudan a proteger la estabilidad financiera de nuestro país.

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