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Deuda hospitalaria, ¿yendo de mal a peor?

Eduardo del Solar Director Ejecutivo de Asociación de Proveedores de la Industria de la Salud (APIS A.G.).

Por: Eduardo del Solar | Publicado: Viernes 15 de febrero de 2019 a las 04:00 hrs.
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Eduardo del Solar

A comienzos de 2018, el ministro de Salud proyectó a diciembre del mismo año una deuda hospitalaria de $ 800 mil millones, cifra que aún hoy no se sabe si es la correcta, ya que no se ha actualizado la información pública. No obstante esta desinformación, para la Asociación de Proveedores de la Industria de la Salud —gremio que reúne a los proveedores de dispositivos médicos del sistema de salud público y privado del país— la deuda prácticamente se duplicó, conforme a la información que maneja de sus asociados a diciembre de 2018.

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Con la llegada de la nueva autoridad, hace más de 10 meses, se realizaron importantes anuncios que iban en directa relación con ordenar los pagos y reducir la morosidad que existe en el sistema. Evidentemente esto no sucedió, perpetuando el problema.

La salud de las personas es uno de los ocho derechos humanos fundamentales. Sin embargo, estamos frente a un grave problema cuando la demanda de la población no converge con la oferta, que carece de una administración eficiente que garantice una salud de calidad para todos, con atención e insumos para ello.

Por estos días el hospital Clínico San Borja Arriarán está viviendo una crisis producto de la falta de insumos y personal para atender la creciente demanda de los pacientes. Y en directa relación con la crisis que está viviendo, este recinto asistencial es uno de los que más adeudan recursos. Por ejemplo, Maternidad cuenta con sólo 36 cunas, pero atiende 29 partos en un solo día. Simplemente su capacidad no da abasto. Hay que entender que no se trata sólo de números, sino de recién nacidos que necesitan una atención médica digna.

El año pasado el Ejecutivo anunció para el Plan de Salud 2018–2022 una estimación de recursos de más de US$ 10.000 millones en inversión para 57 nuevos hospitales, modernizar e inyectar 4 mil nuevas camas. Medida que ciertamente va en beneficio de la salud pública y que, según palabras de la propia autoridad, representará una modernización nunca vista en la red. Sin embargo, nos preguntamos, ¿cuál es la prioridad, calidad o cantidad?

Como gremio clave del sector de los dispositivos médicos —que provee insumos que van desde parches curitas y válvulas cardiácas, hasta tecnología de scanners e incluso robots médicos—, nos impacta la despreocupación que existe, sobre todo para el segmento de la población más vulnerable, que lamentablemente no puede acceder al sistema privado y es cautiva de una gestión deficiente.

Para 2019 la autoridad consideró una reasignación de recursos para el sector. Es de esperar que el presupuesto de este año tenga en cuenta un mecanismo que garantice una administración efectiva y transparente que hoy sencillamente no existe. Necesitamos un sistema de salud robusto que responda a las necesidades de la población, y con un trato justo y digno tanto para los pacientes como para los proveedores del sector, afectados históricos de la mala gestión en salud.

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