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El liderazgo político y empresarial que se necesita hoy

José Antonio Garcés

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José Antonio Garcés

Preocupa la situación actual del país. Los titulares hacen eco de los últimos escándalos que ponen en tela de juicio a personalidades del ámbito empresarial y público, del gobierno y de la oposición. Hay voces que claman por una mayor coherencia y probidad. Otras alegan que la falta del bando contrario, fue peor. Otros callan, y ello sólo incentiva la sospecha de la opinión pública.

Un antiguo refrán consigna "en todos lados se cuecen habas", pero en el contexto actual, no se acepta esta suerte de "explicación". Si hay una característica de nuestro mundo globalizado–hiper conectado-de información instantánea-carente de fronteras-, es la demanda por transparencia total. Todo sale a la luz. Es un fenómeno digno de analizar, puesto que hoy, un líder que no esté a la altura de sus responsabilidades, provoca estragos de efectos expansivos que van más allá de lo que estábamos acostumbrados.

Escándalos como los que hoy vemos diseminados en los medios, no son novedad. De hecho, la falta de legitimidad de la clase política, de la empresa y de otras instituciones, se ha ido asentando gradualmente. Pero hoy, en este tiempo de "destape de ollas" que tiene a la ciudadanía en un punto de saturación, es algo grave, pues pone en tela de juicio la concepción de una sociedad en la que se respeta la libertad política y económica, la propiedad privada, las necesarias regulaciones del Estado y la democracia, tal como la concebimos hoy.

Recientemente, el Vaticano por medio del Pontificio Consejo Justicia y Paz, publicó el documento: "La Vocación del Líder Empresarial", lanzado por USEC en su versión en español en nuestro país el año pasado. Los mensajes que contiene fueron para muchos de nosotros una potente inspiración: la vocación empresarial es algo querido y suscitado por Dios, pues por medio del progreso e innovación que permite esta actividad, se perfecciona la obra de la creación.

Por ello, ser empresario es una noble vocación; un llamado a contribuir a una mejor calidad de vida gracias a los productos y servicios ofrecidos; a permitir el desarrollo integral de colaboradores y sus familias; a sustentar la actividad de proveedores y distribuidores; un llamado en fin, a servir, de un modo tan decisivo, que donde la economía es sana y la actividad empresarial bullante, se logran mayores y mejores índices de desarrollo no sólo económico, sino también humano y social.

A su vez, recordó que la responsabilidad que detentan los líderes de empresa es alta y faltar a ésta es grave. Propone una suerte de "examen de conciencia" mediante el cual el empresario puede analizar si los productos y servicios que ofrece responden a necesidades humanas reales o artificialmente creadas; o bien si está redistribuyendo las legítimas utilidades que obtiene con criterios de justicia. O si la organización del trabajo brinda un desarrollo de carrera orgánico a los colaboradores, por poner algunos ejemplos.

A raíz del lanzamiento en Chile de esta publicación, supimos que el Pontificio Consejo Justicia y Paz trabaja actualmente en la edición del documento: "La Vocación del Líder Político". En efecto, el desprestigio de la clase política, fenómeno mundial, preocupa sobremanera a la Iglesia, porque muchos de quienes defienden la democracia y la equidad social, terminan finalmente por debilitarlas, haciendo caldo de cultivo para populismos mesiánicos, así como sucede con quienes defienden la propiedad privada y la libertad económica pero que han marginado la ética centrándose en intereses mezquinos.

Creemos que no es demasiado tarde, que es el momento de aprender, corregir y determinarnos a hacer mucho mejor las cosas de ahora en adelante. También es momento de unirse realmente en pos del bien común en un genuino "Pacto Social" entre el mundo político, privado y la sociedad civil, sin agendas ocultas.

Dicho pacto tuvo a lugar en décadas recientes en nuestro país, con buenos resultados. Quienes tengan la capacidad de postergar la gratificación de sus propios intereses y objetivos cortoplacistas, para pensar en el país y en las futuras generaciones, son los líderes que Chile necesita, tanto en el ámbito de la política y como de la empresa.

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