Columnistas

El liderazgo y los paraísos valóricos

Consultor Senior Centro de Asesoría Empresarial-FEN Universidad de Chile

Por: Dr. Jaime Riquelme | Publicado: Jueves 23 de febrero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Hace unos días hemos sabido de la inadmisibilidad en Cuba de Mariana Aylwin, quien pretendía asistir a un homenaje a su padre, líder de la transición democrática en Chile. Dicho acontecimiento deja en evidencia las “visiones distintas” (eufemismo de la ministra vocera Paula Narváez) en el actual gobierno respecto de un valor fundamental como la democracia.

El gobierno es la alta dirección del Estado y responde por la efectividad en la gestión de lo público, por lo tanto su congruencia de valores es determinante al igual que en cualquier organización.

La congruencia valórica, según Jehn, Northcraft y Neale (1999), se define como la similitud de valores, es determinante para la efectividad organizacional y en esto, una “visión compartida” es clave. Si hay “visiones distintas” ésta no existe, como en el gobierno y en muchas de nuestras organizaciones. Pero momento, no es contraria a la divergencia ni a la diversidad, que enriquecen la toma de decisiones, pero sí al creer que un valor fundamental como la democracia es irrelevante.

Necesitamos a quien cuestiona las alternativas que solucionan un problema pero no aceptamos a quien subestima un valor fundamental de la organización. Si así lo hacemos, tenemos un paraíso valórico donde los valores son irrelevantes, así como lo son en un paraíso fiscal los impuestos. La congruencia valórica permite que las decisiones de la alta dirección sean las adecuadas y no las preferidas de los grupos más dominantes de ésta.

En situaciones de crisis, desastres y en procesos de cambio o de reformas, la congruencia valórica es aún más relevante porque en este contexto se vulneran los valores fundamentales y, si ésta no existe, es probable que no se tome una decisión adecuada o se demore demasiado. El deficiente desempeño del gobierno percibido en el proceso de reformas y en las situaciones de catástrofes que han afectado a nuestro país, es posible que haya sido provocado por sus “visiones distintas” o mejor dicho, por su falta de congruencia de valores.

Es importante que reflexionemos acerca de este tema en nuestras organizaciones. No se trata, insisto, de aumentar la homogeneidad y la discriminación, que ya son demasiadas, sino de revisar si acaso nuestros colaboradores valoran realmente lo que es fundamental para la organización.

No podemos ser cándidos, como ha sido el gobierno, y creer que aliados con valores tan diferentes nos facilitarán el trabajo en situaciones complejas. Este caso nos permite aprender que en una crisis es una mala estrategia haber mezclado el liderazgo y los paraísos valóricos.

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