Columnistas

El presidente popular

Director de Estudios de Fundación PiensaE

Por: Pedro Fierro | Publicado: Viernes 24 de marzo de 2017 a las 04:00 hrs.
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La carrera presidencial entra en la recta decisiva y, para muchos, el futuro no se ve del todo auspicioso. A una cantidad no menor de discursos excesivamente concesivos, se suman ahora los embajadores del descontento, aquellos que parecen tener el diagnóstico bastante más claro que las posibles soluciones.

Es cierto que en un periodo electoral se suelen explotar estas actitudes. Después de todo, decir lo que la gente quiere escuchar y mostrarse como representante de las percepciones ciudadanas podría incluso bastar para tener éxito a fin de año. Sin embargo, ¿es lo que necesitamos hoy como país?

La memoria a veces es frágil, pero hace poco tiempo la presidenta Bachelet ganaba las elecciones con más de un 60% de preferencias y amplia mayoría en ambas cámaras. La desafección ya estaba instaurada, pero ella se había mostrado dispuesta a viajar desde Nueva York para trabajar en un programa que se presumía “popular”. En esta misma línea, el “Chile de todos”, la “Nueva Mayoría” y “la retroexcavadora” nos hablaban precisamente de una coalición que creía tener las definiciones claras y que prometía recoger las verdaderas sensibilidades del votante. Con un diagnóstico claro y un programa popular, ¿acaso algo podía salir mal? Pues sí.

Al poco tiempo nos comenzamos a dar cuenta de que gobernar con el termómetro en la plaza pública no funcionaba del todo bien, y menos en Chile, donde las malas políticas públicas -afortunadamente- se siguen notando bastante rápido. En esta lógica, ya menos importaba el 62,2% de los votos en segunda vuelta, las campañas por la asamblea constituyente y la popularidad de la reforma tributaria, pues a la gente parecía llegarles a sus casas el aumento del desempleo y el bajo crecimiento. Y es que precisamente ese es uno de los mayores problemas a la hora de pretender uniformar la opinión pública, su continua volatilidad. Hoy, el principal problema declarado por el ejecutivo es que esas reformas populares, diseñadas para acercar la política a la gente, no son percibidas por la gente… ¡vaya paradoja!

Considerando esta reciente experiencia, puede que verdaderamente no necesitemos del todo candidatos que tengan claro el diagnóstico, ni presidentes mesiánicos que digan lo que la gente quiere escuchar, sino más bien aventuras valientes que se alejen de la dinámica meramente electoral. Propuestas que se enmarquen en una visión de sociedad más amplia y que se atrevan a desafiar los climas de opinión dominantes. En otras palabras, necesitamos más bien proyectos serios que se fundamenten en hacer lo correcto más que en lo que sea políticamente rentable.

¡Qué difícil pedir esto cuando lo que apremia son los votos!

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