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El que siembra vientos, cosecha tempestades

Rafael Ariztía

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Muchos en el gobierno deben estar pensando estos días que es más fácil ser oposición. Atrás quedaron esos agradables años en que podían sembrar vientos para anotarse puntos políticos contra el gobierno de Sebastián Piñera. Porque el destemplado ataque que en su momento tuvieron el Censo o la encuesta Casen, entre otros, sólo se explicaron por el "juego político" de dañar al contrario, sin precaver que con ello se dañaba la confianza general en las instituciones.


El problema es que ese "juego político" no es juego y que la Concertación, hoy Nueva Mayoría, se vino a dar cuenta de esto recién ahora, terminando su primer año de gobierno. Quizás fue por la juventud de sus ministros, o porque el "olor a sangre" es algo embriagante, pero el hecho es que la actitud del gobierno durante todo el año pasado con el tema del financiamiento a la política, no hizo más que agravar el problema en vez de conducirlo. Recién ahora se dan cuenta que los vientos de desconfianza que sembraron en el sistema pueden terminar barriendo con todos.


Porque hoy tenemos un problema. La gente no cree en nada ni en nadie. Yerko Puchento tiene más credibilidad que la Presidenta y eso es muy grave. Históricamente, Chile se ha unido frente a las catástrofes nacionales, pero sin embargo hoy vemos una cantidad de rumores inauditos respecto al número de víctimas en el norte de Chile y todo tipo de teorías conspirativas sobre las cifras por parte del gobierno. Esto es grave y nadie gana con ello.


¿Qué responsabilidad le cabe al gobierno? Una muy alta. Su rol es gobernar para todos y no por un programa o para un sector. La lógica de la desconfianza en los otros, de los proyectos de ley que no se discuten ni siquiera dentro de su propia coalición. La lógica de que las reformas son ahora o nunca, es lo que ha terminado por descomponer las confianzas. Si la ciudadanía percibe que en el mundo político no hay confianzas mutuas, mal puede confiar en ellos como conjunto.


Algunos dirán que el caso Penta-SQM no responde a eso. Que ahí hay problemas de posibles delitos que no se puede pasar por alto y que generan rechazo en la ciudadanía. Es cierto y es positivo que generen rechazo. El punto es hay que ser capaz de separar el trigo de la paja. Las faltas tributarias deben ser sancionadas de acuerdo a su gravedad, pero de ahí a hacer un circo por ello y por la forma en que se han financiado las campañas políticas, hay una gran distancia. El gobierno tendría que haber sido capaz de conseguir esa distinción, en vez de darse un gusto político para, nuevamente, dañar al adversario.


Significa esto que hay que hacer la "vista gorda" con el financiamiento de las campañas. Por supuesto que no. Pero una cosa es reconocer un problema transversal y abocarse en conjunto a resolverlo hacia delante y otra muy distinta es poner al país patas para arriba por algo que era por todos sabido y aceptado. Un Gobierno razonable, cuando se vislumbraba esta fiesta, tendría que haber convocado a un debate amplio y plantear agendas para avanzar en transparencia, y continuar con los proyectos que el gobierno anterior dejó avanzados. Qué hizo en cambio? Continuar a rajatabla con su programa... y sembrar vientos.


Y qué queda ahora. Pues ponerse a trabajar. Siempre está el riesgo de que los vientos sean tan grandes que la ciudadanía caiga en el "váyanse todos.. son todos corruptos". Y, como consecuencia natural, caiga en los brazos de algún vendedor de sueños de los que siempre están disponibles con algún canto de sirena. En un país que lleva años escuchando que sólo existen los derechos y no los deberes, esto no es descartable.


La buena noticia, es que Chile es sensato en sus bases, y esta vez no debiera ser distinto. El centro, por la izquierda y por la derecha, es más grande que los extremos, o dicho de otra manera, quienes valoran lo logrado todavía son más que quienes quieren cambiar todo, todo el tiempo. Son, por lo tanto, los políticos que representan a los primeros, quienes tienen la responsabilidad de encausar y conducir el debate hacia soluciones que mejoren la institucionalidad y generen confianza en la ciudadanía... y esto sólo será posible si de una vez por todas asumen las prioridades de la ciudadanía como las propias.

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