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Elección de intendentes, otra mala idea...L

Rafael Ariztía Socio MFO Advisors

Por: Rafael Ariztía | Publicado: Viernes 9 de septiembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Chile es un país muy centralizado. De eso no cabe duda. Por ello existe un amplio consenso en todo el espectro político de que uno de los grandes desafíos institucionales que tenemos es darnos reglas que permitan una descentralización efectiva. Cambios que conduzcan a mayor inversión en regiones, mayores capacidades desplegadas en el territorio y mayores competencias en las autoridades regionales.

Resulta no sólo preocupante, sino que simplemente dramático, ver cómo el gobierno de la Presidenta Bachelet ha promovido una idea tan inconveniente como lo es la elección directa de los intendentes regionales, iniciativa central en su agenda de descentralización.

Por supuesto, el gobierno no se ha molestado en explicar por qué la elección de los intendentes va a ser algo positivo, ni tampoco ha querido definir cuáles serán sus responsabilidades y recursos disponibles. Está enfocado en que se apruebe la reforma que permita elegirlos el 2017 y punto.

Para entender por qué la idea es mala, veamos qué hacen los intendentes hoy y que harán al ser elegidos. Los intendentes son hoy los representantes del Presidente de la República en las regiones. Son los llamados a coordinar el gobierno regional, compuesto por los representantes ministeriales (Seremis) y directores regionales de los servicios públicos para que el programa de gobierno se ejecute en todo el territorio. También deben liderar los planes de desarrollo regional que todo buen gobierno debiera promover. Central es que exista coordinación entre el intendente y sus colaboradores, alineación que debiera surgir de un empoderamiento directo del Presidente a cada intendente.

La pregunta que uno se hace es cuál será el rol de un intendente elegido en este diseño. ¿Cómo podrá un intendente elegido interactuar con Seremis y directores regionales de servicios públicos que responden a otros jefes? ¿Cómo el Presidente podrá empoderar a líderes regionales si ellos pueden no compartir la agenda de gobierno? La respuesta es bastante obvia. Si el poder de los intendentes no proviene del Presidente, sencillamente no tendrán poder formal.

Esto nos lleva a una segunda pregunta. ¿Si el intendente elegido no podrá liderar el gobierno regional, qué hará? Mi respuesta: reproducir la burocracia como maleza. Después de aprobada la elección directa de Intendentes tendremos que aprobar nuevos presupuestos para generar un gobierno regional paralelo al actual. Más temprano que tarde, tendremos gobiernos regionales duplicados, con un ejército de personas cuyo objetivo será extraer rentas al gobierno central.

En su último libro “Orden y Decadencia de la Política”, Francis Fukuyama se hace una pregunta que es interesante para esta discusión. ¿Por qué algunos países han logrado desarrollar instituciones y gobiernos efectivos e impersonales, mientras otros no han podido salir de un círculo vicioso de instituciones y gobiernos débiles, permanentemente capturados por la corrupción y el clientelismo?

Uno de los factores más importantes tiene que ver con la secuencia. Aquellos países que desarrollaron y reformaron sus instituciones públicas antes de abrir sus sistemas políticos a una mayor discrepancia democrática, lograron formar democracias consolidadas sustentadas por gobiernos efectivos e impersonales.

Por el contrario, aquellos países que se democratizaron antes de contar con instituciones sólidas e impersonales, por lo general, cayeron en sistemas clientelistas. Los países del norte y del sur de Europa grafican bastante bien esta dicotomía.

Lo que Fukuyama explica para países es perfectamente aplicable para el caso de nuestros Intendentes. Al legislar su elección directa antes de tener una institucionalidad de gobiernos regionales sólida, lo que estamos creando es un pequeño monstruo. Un cargo de alto vuelo político, que duplicará estructuras del gobierno central, que no tendrá ninguna responsabilidad efectiva y que, por lo tanto, tal como ocurre en Argentina, dedicará la mayor parte de su tiempo a pelear por recursos y a repartirlos entre su clientela regional. Así, alimentará su poder y seguirá subiendo en la escalera política.

La necesidad de descentralización en Chile es un tema demasiado importante para que gastemos tiempo en una iniciativa improvisada y que sólo es de interés, y beneficio, del mundo político. Todavía estamos a tiempo de evitarlo.

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