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Emprendiendo con canas

Camila Sánchez Directora de Emprendemos +

Por: Camila Sánchez | Publicado: Martes 20 de noviembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Camila Sánchez

Por primera vez en Chile, la población adulta de mayores de 60 años supera a los jóvenes menores de 15 (Encuesta Casen 2017). Y si sumamos a este dato que, según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el 50% de los emprendedores chilenos está por sobre los 54 años de edad, me resulta muy difícil no sacar algunas conclusiones.

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Deberíamos hablar más de estos datos poco conocidos. A diferencia de lo que normalmente se da por hecho —emprendimiento = juventud—, los casos que mayor éxito tienen, es decir, emprendimientos establecidos de más de 42 meses, son los que se crean cuando sus fundadores tienen más años. Cuando ya llevan en sus espaldas una buena cuota de aprendizaje, fracasos y expertise. Cuando entienden que los éxitos no ocurren de la noche a la mañana, sino que requieren procesos, y también cuando han desarrollado mayor tolerancia al fracaso en el camino. No es casual que a las categorías “Senior” se les atribuya mayor conocimiento y experiencia.

Vivimos en una cultura que tiende a pensar que los mayores de 60 años dejarán de trabajar pronto y se dedicarán a cualquier cosa, menos a emprender. Pero la realidad es que en esa etapa de la vida es cuando existe la mayor intención de aportar a causas que tengan un gran significado; y sumando el conocimiento adquirido por años, la ecuación es perfecta.

He escuchado de cerca que la experiencia al emprender en esa etapa de la vida es la más significativa y gratificante para las personas, las mantiene activas y vigentes, y eso sin duda tiene efectos sicológicos importantes.

¿Podríamos, entonces, pensar en el emprendimiento como un gran recurso para ajustarse a la realidad etaria chilena? Hoy vivimos en un país que, afortunadamente, ofrece buenas herramientas en el ámbito del emprendimiento para todas las edades. Sin duda es una travesía que puede generar vértigo a sus protagonistas, quienes deben competir con gente muy joven, pero que no tiene la anhelada y valorada experiencia o al menos carece de ese privilegio en gran medida.

Me atrevo a sugerir que se debieran conectar mejor los emprendedores “seniors” entre ellos. Así como se han conectado los jóvenes en distintos ecosistemas colaborativos, se debería hacer lo mismo entre las distintas regiones y rubros, y así desarrollar comunidades que ofrezcan espacio para lo que buscan y necesitan grupos de otras edades. No son pocos y sigue creciendo su número.

No me cabe duda de que las capacidades y logros de las personas “mayores” son igualmente valiosos, novedosos y significativos que los de muchos jóvenes, y en muchos casos pueden ser muy superiores.

¿Cuántos emprendimientos nuevos podrían aportar al desarrollo económico y social del país impulsados por perdonas provenientes de rangos etarios que hemos obviado, y que colaborarían en mantener vigente a una sociedad más adulta, pero más activa?

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