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En 2021, volver al futuro

Fernanda Hurtado Gerente general de Fundación Generación Empresarial

Por: Fernanda Hurtado | Publicado: Jueves 31 de diciembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Fernanda Hurtado

El 2020 será recordado como el año en que comenzamos un cambio de vida. Las transformaciones disruptivas que hemos experimentado producto de la pandemia -y que en Chile se suman a los efectos del estallido social- han creado nuevas formas de relacionarnos, de entretenernos, de estudiar y de trabajar que, en distintas medidas, permanecerán en el tiempo. Todo esto abre nuevos desafíos que se irán haciendo más nítidos en los próximos meses.

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El principal que enfrenta el país y que se verá con toda claridad a mediados de 2021 es la recuperación del empleo. Las necesarias ayudas fiscales y los sucesivos retiros del 10% de las AFP han servido como un paliativo que ha postergado la urgencia con la que debe abordarse este problema. Porque lo cierto es que se han perdido 1,3 millones de empleos y los desocupados más los inactivos potencialmente activos suman 2,5 millones de personas. Más que mirar cifras, debemos mirar realidades y esta es una prioridad apremiante para cientos de miles de familias.

Pese a la implementación de subsidios que estimulan la contratación, sigue siendo necesaria una mirada sistémica sobre el mercado laboral que, por un lado, garantice el acceso a capacitación -para empleados y desocupados- que otorgue empleabilidad y, por otro, plantee un marco regulatorio que se haga cargo de las nuevas formas de trabajo, que están caracterizadas por demandas de mayor flexibilidad.

El segundo reto que enfrentamos -sobre todo al interior de las empresas- es mantener un ambiente de cercanía y confianza. El estallido social -que develó la necesidad de establecer espacios de conversación- y la pandemia -que ha “abaratado” el uso de herramientas tecnológicas que difuminan las distancias geográficas y organizacionales- han provocado la creación de instancias de diálogo entre empresarios, ejecutivos y trabajadores. El tiempo invertido en ellos no puede quedar relegado a una respuesta temporal ante la crisis. Los líderes empresariales deben ser los primeros en utilizar las nuevas tecnologías para mantener relaciones cercanas y horizontales con sus equipos de manera permanente.

Un tercer desafío que nos impone la pospandemia es invertir en implementar una cultura de integridad. Los dilemas éticos que ha planteado la crisis mutarán y aparecerán nuevos en el período de recuperación de la normalidad. Las empresas no deben ver esto como parte de una tendencia “cool” o con el afán de ser consideradas “buena ondita”. La inversión en aspectos como las herramientas que inhiban conductas antiéticas, la comunicación de valores corporativos promovidos desde la alta dirección y la adopción de planes de cumplimiento efectivos, entre otras múltiples acciones, deben verse como pilares estratégicos para la supervivencia de las compañías.

En la medida que decante la crisis sanitaria iremos progresivamente retornando a las actividades habituales. Volveremos, eso sí, a un estadio distinto con nuevos y exigentes desafíos. Tenemos que prepararnos para volver a la nueva normalidad. Enfrentemos ya el futuro.

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