Enrique Manzur

Qué privilegiar el próximo año: adaptación, consumo y bienestarT

Ph.d, vicerrector económico universidad de chile

Por: Enrique Manzur | Publicado: Jueves 22 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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El fin de año es una época propicia para realizar balances, evaluar cuáles han sido los hechos realmente importantes y significativos que afectan nuestro bienestar y delinear los proyectos para el año siguiente.

Con respecto a esto último, estudios en economía conductual nos ofrecen una pequeña guía de dónde es mejor invertir, a nivel personal, para obtener beneficios duraderos. En particular, dichos estudios plantean que tendemos a sobreestimar los beneficios que nos entregarán los bienes y a subestimar los asociados a las experiencias.

De acuerdo al profesor de Cornell Robert Frank ello se explicaría porque al momento de evaluar, por ejemplo un auto con mejores prestaciones, consideramos el beneficio incremental que nos genera en ese momento y proyectamos ese beneficio sin considerar el efecto que tendrá la adaptación en nuestra satisfacción futura. Efectivamente, la evidencia muestra que rápidamente nos acostumbramos a las inicialmente atractivas características de este auto más suave, potente y equipado, haciendo que en poco tiempo dejemos de estar conscientes de ellas y posteriormente casi desaparezcan.

Un excelente ejemplo, para quienes ya pasamos la barrera de los 50, es comparar la satisfacción asociada a ver televisión en pantallas de solo 12 pulgadas y en blanco y negro, en comparación a las actuales pantallas LED de 50” o más, con vívidos colores y alta definición. La verdad es que evaluadas en sus respectivos momentos ambas instancias nos generaban niveles de satisfacción no muy distintos; sin embargo si la comparación se hace simultáneamente la predicción sería que las pantallas nuevas debieran proveer muchísimo más bienestar. En otras palabras, en el caso de los bienes el aumento de satisfacción o bienestar que se percibe en el corto plazo no es proyectable a largo plazo.

En contraposición el “consumo” de experiencias, como compartir con los amigos, practicar un deporte o tocar un instrumento siguen un patrón temporal muy distinto. Cuando iniciamos la práctica de un deporte, por ejemplo esquiar, el comienzo siempre es difícil, nos caemos, nos sentimos torpes y llegamos a cuestionar la decisión de haberlo intentado. Sin embargo a medida que vamos adquiriendo práctica, la experiencia se hace más satisfactoria y empezamos a disfrutar el deslizarse confiadamente por las pendientes. De esta forma, si la evaluación la hiciéramos al inicio y no consideráramos la progresión positiva que se va generando con el tiempo, claramente estaríamos subestimando los beneficios que nos generará esa actividad.

La implicancia de este análisis es que si realizamos la evaluación basada en los efectos inmediatos de cada decisión, sin considerar la evolución temporal de los beneficios percibidos, tenderemos a invertir de más en cosas o bienes cuyo beneficio disminuye significativamente con el tiempo y a invertir muy poco en aquellas actividades o experiencias cuyo atractivo no solo no disminuye sino que en muchos casos aumenta. Por lo tanto una de las resoluciones para el nuevo año debiera ser invertir más en experiencias.

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