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ES MÁS FÁCIL DESTRUIR QUE CONSTRUIR

Steve Weitzman Kopplin, director Ejecutivo Empresas Conscientes

Por: | Publicado: Martes 21 de febrero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Nuestra sociedad ha ido generando una metamorfosis cada día más compleja. Palabras como derechos, exijo, quiero, abuso, son cotidianamente escuchadas. Sin embargo, las palabras cumplo, asumo, hago, debo, han quedado tapadas en un silencio casi mortuorio.

Fácil nos parece salir a reclamar, explotar en la calle y redes sociales tras un seudónimo o imagen irreal que nos simplifica la posibilidad de no hacernos cargo. Fácil es también destruir, apuntar con el dedo y sindicar a otros como los causantes de mis problemas. Sin duda alguna, es más fácil destruir que construir.

A fines de 2016 en nuestro estudio

-Sociedad Empresa- que desarrollamos en Empresas Conscientes, pudimos ver a nivel nacional que las personas querían más y mejores empresas. Vimos que la gente quiere empresas transparentes, que aporten a la comunidad, que construyan con las personas, que permitan aportar a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía, que sean rentables. Sí, lo destaco, RENTABLES. Porque la gente entiende que una empresa debe generar utilidades, porque no es un mal ni es el cuco el que esto suceda. A fin de cuentas todos lucramos, porque nadie trabaja gratis. El punto es que esas utilidades sean ganadas de forma consciente, honesta, transparente y no a costa de que otros pierdan, sufran o vean mermada su calidad de vida, que sean empresas que siempre estén vinculadas a la ciudadanía y no sólo en las catástrofes, sin dejar de lado que en esas instancias son un gran y necesario aporte, muchas veces, ante la impávida reacción de quien debiera ser el garante de la tranquilidad y el desarrollo de nuestros ciudadanos.

Es tiempo que seamos una sociedad empoderada, orgullosa de lo que se ha construido y sienta una necesidad de aportar en la mejora de lo que tenemos. Para ello me parece fundamental que volvamos a los orígenes de la humildad y humanidad, no andar por la vida predicando que somos algo, cuando lo que necesitamos son más personas que dejen ese individualismo de lado y entiendan que todos somos importantes.

Hagamos un alto y hagamos caso al gran Albert Einstein que decía “todos somos ignorantes, pero no ignorantes en lo mismo”, así lograremos sumar y no restar, dejar de entregar los cambios a unos pocos. Antes de gritar, hablar y sentirse víctimas, pensemos más qué podemos hacer para cambiar, aportar y ser protagonistas, si no seguirá siendo más simple destruir que construir. Hagamos un camino y entendamos que los cambios no son de la noche a la mañana. Menos frustración y más acción. 

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