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Es momento de apostar por la energía de fusión

John Thornhill © 2021 The Financial Times Ltd.

Por: John Thornhill | Publicado: Martes 23 de noviembre de 2021 a las 04:00 hrs.
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La fusión nuclear funciona. Si dudas de este hecho, mira al sol (metafóricamente, más que literalmente; evita que se te frían los globos oculares). A medida que se comprimen los átomos de hidrógeno, ellos se fusionan para crear helio, liberando colosales cantidades de energía.

Durante décadas, el sueño en la Tierra ha sido replicar ese proceso, creando la máxima fuente de energía libre de carbono a partir de agua y un poco de litio. La fusión nuclear es muy diferente de la fisión nuclear, el proceso utilizado en las centrales nucleares actuales en el cual la energía se libera al dividir el núcleo de un átomo en núcleos más pequeños.

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El problema con la fusión nuclear es que es "muy, muy difícil" de lograr, como explicó detalladamente Ian Chapman, el director ejecutivo de la Autoridad de Energía Atómica del Reino Unido (UKAEA, por sus siglas en inglés), durante una conferencia de la Sociedad Real del Reino Unido en 2019. Sin la enorme fuerza gravitacional del sol, el combustible de los reactores nucleares tiene que calentarse a 150 millones de grados centígrados (unas 10 veces más caliente que el núcleo del sol) para superar la repulsión entre las partículas cargadas. Con el fin de evitar que ese plasma sobrecalentado funda el reactor, hay que suspenderlo mediante imanes gigantes. Y ese experimento sólo merece la pena si genera más energía de la que consume. Incluso si la tecnología puede ser probada a escala comercial, la construcción de suficientes reactores de fusión — y lo suficientemente rápido como para marcar una diferencia en el calentamiento global — requerirá enormes sumas de capital de inversión.

Sorprendentemente, dada la impresionante naturaleza de estos retos, los científicos, los gobiernos y los inversionistas están cada vez más entusiasmados con la idea de que los reactores de fusión ya puedan empezar a alimentar nuestras redes eléctricas durante la próxima década.

La primera fase del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER, por sus siglas en inglés), un vasto reactor de fusión experimental de US$20 mil millones que un consorcio gubernamental multinacional está construyendo en Francia, debería entrar en funcionamiento en 2025. También se han puesto en marcha al menos 35 compañías de fusión privadas, las cuales han atraído más de US$2.3 mil millones en financiación, según la Asociación de la Industria de la Fusión. Entre ellas se encuentra Helion, con sede en EEUU, la cual recaudó este mes US$500 millones con el respaldo de algunos destacados inversionistas de Silicon Valley.

Breakthrough Energy Ventures, un fondo de inversión en energía sostenible fundado por el ex director ejecutivo y presidente de Microsoft, Bill Gates, ha sostenido que los recientes avances tecnológicos significan que la fusión ha dejado de ser un experimento científico teórico y que rápidamente se está convirtiendo en un práctico reto comercial. De la misma manera en la que los transistores hicieron que las computadoras dejaran de ser una curiosidad intelectual y se convirtieran en una industria que redefiniera el mundo, los reactores Tokamak de pequeña escala — que producen energía de fusión termonuclear y tienen una quincuagésima parte del tamaño del ITER — pueden revolucionar la industria energética.

Está claro que varias apuestas enormes tienen que producir resultados antes de que podamos soñar con que la energía de fusión impulse al mundo. Pero dados los tambaleantes avances realizados en las conversaciones sobre el medio ambiente durante la COP26, sin duda ha llegado el momento de aumentar esas apuestas.

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