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ESPECIAL OPINIÓN | ¿Por qué reintegrar los impuestos?

Luis Felipe Lagos M. Investigador ClapesUC y consultor

Por: Luis Felipe Lagos M. | Publicado: Viernes 7 de septiembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Luis Felipe Lagos M.

La reforma tributaria de 2014-2016 creó un sistema tributario semi-integrado cuya principal característica es que sólo un 65% de los tributos pagados por la empresa puede ser usado como crédito para los impuestos personales de sus dueños. La idea inicial era mantener un sistema plenamente integrado, pero cambiar su base desde una de retiros a una atribuida. A poco andar, se reconoció que el sistema atribuido era inviable para aquellas empresas donde parte de sus dueños son otras personas jurídicas, en vez de personas naturales.

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La base atribuida tiene un segundo defecto: al atribuir el total de utilidades, los dueños deben pagar impuestos todos los años por esas utilidades, lo que resulta fatal para las PYME en crecimiento, que financian su inversión en mayor medida con utilidades retenidas. Está claro que a los diseñadores de la reforma les interesaba aumentar la recaudación, pero poco les importaba su viabilidad y efecto dañino sobre ahorro e inversión. En el proceso de negociación nació el esquema semi-integrado; se restableció la base retiros, pero la tasa efectiva del impuesto personal aumentó, no reparándose que la desintegración es horizontalmente inequitativa y, además, reduce la progresividad del impuesto a la renta.

Se ha señalado repetidamente que la reintegración (100% de crédito para los dueños) beneficiaría a las grandes empresas. Esto no es correcto. En primer lugar, hay cerca de 150 mil PYME en el sistema semi-integrado; segundo, y más importante, la reintegración no beneficia a las empresas, sino que a sus dueños, pues reduce y equipara su tributación al de los empleados dependientes.

En efecto, la semi-integración ocasiona que iguales ingresos no estén afectos al mismo pago de impuesto. Por ejemplo, los ingresos laborales menores a 7,6 millones anuales se encuentran exentos, en cambio, los ingresos provenientes de un emprendimiento (utilidades retiradas) por el mismo monto pagan 9,45%. Hay 80.000 personas en esta situación y 276.000 en los cuatro primeros tramos pagando la sobretasa. Asimismo, en el tramo superior, los ingresos laborales pagan 35% y los dividendos o retiros 35% + 9,45% = 44,45%; sólo hay 10.000 individuos pagando esta tasa. La reintegración beneficiará mayoritariamente a las personas de menor ingreso, ya que en los tramos superiores se acogieron al impuesto sustitutivo del FUT y no pagarán impuesto mientras estén retirando esas utilidades.

Más aún, el sistema semi-integrado reduce la progresividad de los impuestos, y en este sentido también es verticalmente inequitativo. Esto, por cuanto los ingresos derivados del reparto de utilidades pagan un 9,45% adicional, tanto en el tramo exento como en el último tramo, es decir, la misma tasa para toda la escala del impuesto Global Complementario, lo que representa un mayor incremento porcentual para los tramos de menor ingreso.

Reintegrar es un imperativo para restablecer la equidad tributaria.

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