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Facilismo

Padre Raúl Hasbún

Por: Padre Raúl Hasbún | Publicado: Viernes 23 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Padre Raúl Hasbún

Las agresiones que reiteradamente sufre José Antonio Kast por sólo aproximarse a recintos universitarios que lo han invitado a exponer sus ideas, exudan y vomitan intolerancia en grado irracional. La Universidad es santuario del pensamiento libre que busca la verdad, sin importar quién la diga. En sus claustros medievales, desmintiendo la mítica identificación de “medieval” con “fanatismo, absolutismo ideológico”, en todo debate se exigía, al contradictor, ofrecer un resumen de lo alegado por el ponente. Así se aseguraba que respondería con argumentos y no con diatribas ni falsificaciones. La agresión al mensajero como último y único recurso para invalidar o acallar su mensaje es conducta típica del perro que muerde con rabia al cartero.

Este salvajismo agresor es consecuencia del facilismo impuesto por ideólogos que desconocen la realidad. Enervar, destruir la consistencia de un argumento requiere mucho trabajo. Y mucho estudio. Hay que leer, escuchar, entender, ponderar, consultar fuentes y autores, prever y amortiguar la réplica antes de proclamar el “éureka!” de quien encontró dónde estaba el error. El antiuniversitario se ahorra todo ese trabajo. En rigor, todo trabajo. El trabajo es obra de la razón. El antiuniversitario hace lo que haría cualquier bestia que siente amenazados su territorio, su presa, su cría y su seguridad: morder, escupir, arañar, fracturar y si es posible matar al enemigo molesto e indeseado. Si no lo consigue, al menos lo aterroriza para que no regrese.

Concedo una atenuante al antiuniversitario: vive inmerso en una anticultura que identifica verdad, bondad y felicidad con facilidad. Conveniente dislexia, inexcusable analfabetismo: leer “facilidad” donde dice “felicidad”. La felicidad es el goce de cosechar y poseer establemente el fruto de lo que uno sembró con sus lágrimas y sudores. Nunca ha sido ni será sinónimo de facilidad.

“NO PAIN, NO GAIN”: así tituló Rafael Mies su columna de ayer en DF. Es la consigna clave que en EEUU premia el emprendimiento y trabajo personal, siempre asociados con el “in God we trust”. Nosotros decimos: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Y “el que quiera celeste, que le cueste”.

En Semana Santa comprobaremos, con sagrado estupor, en qué consiste la lógica y fecundidad del grano de trigo. Quien se proponga alimentar a otros debe sepultarse y morir a sí mismo para germinar el pan de vida. Aunque sea Dios. Con mayor razón si no lo es. Y si uno desea atraer a otros para sanarlos de sus infecciones mortales, tiene uno que ser elevado: no a tronos imperiales, sino en el leño de la Cruz, divino Antídoto para mordeduras de serpiente.

La Semana Santa es un baño de realismo. Nada, en la vida natural; nada, en la vida sobrenatural, fructifica sin esta sagrada alianza del sudor humano con la gracia divina. El facilismo es engaño mentiroso. Y la mentira es siempre homicida.

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