Fernando Barros

Pinochet y Fidel. Legados diferentes.L

abogado

Por: Fernando Barros | Publicado: Martes 6 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Las filas de militantes ante las que pasó el cortejo con las cenizas de Fidel Castro constituyen un recuerdo para los chilenos de la interminable visita que nos hiciera el primer soberano de la monarquía marxista cubana. En 1971 Castro se paseó más de tres semanas por nuestro país y los revolucionarios chilenos se afanaron para que sólo se vieran expresiones de apoyo en las calles.

Así como en esos años las brigadas protegían al dictador del desagrado de ver o escuchar cualquier expresión contraria a su tiranía, hoy se mantienen las mismas técnicas represivas. Se persigue a los disidentes, se restringe el acceso a internet y días atrás se arrestó a un periodista extranjero por la “alteración del orden público” consistente en entrevistar a un disidente y obtener su visión libre de lo que ocurre en su país, sin permiso del régimen.

La lista es infinita. Cuba, otrora una de las cinco mayores economías de América hispana es hoy la penúltima, muy cerca de la caótica Haití; no existe libertad de expresión y no hay un solo medio de prensa independiente, ni propiedad privada, ni libertad de emprendimiento; cientos de miles de habitantes del paraíso marxista han dejado todo por huir, la mayoría exponiendo su vida para alcanzar la libertad.

Los cubanos hacen fila para acceder a alimentos escasos, racionados y de mala calidad. La prostitución abunda pero ahora sería más digna; no está al servicio de los gringos; sirve a miles de turistas españoles y mejicanos atraídos por el comercio sexual al que ha sido arrastrada una juventud que carece de libertades y expectativas de futuro.

Los seguidores del fracaso cubano, hoy convertidos en paladines de la democracia, de los derechos humanos y del estado de bienestar, han desperdiciado la oportunidad de reconocer sus errores y dar por cerrado el conflicto ideológico que dividió a nuestro continente y que significó guerrilla, terrorismo, pobreza y muerte, y reivindican porfiadamente la post verdad de la dignidad y justicia social como aportes de la tiranía cubana a nuestra época en Cuba y el continente americano.

No deja de llamar la atención el que las contradicciones de comunistas y buena parte de la izquierda chilena se dan en el entorno del décimo aniversario del fallecimiento del ex Presidente de Chile Augusto Pinochet Ugarte.

Es bueno recordar a las nuevas generaciones que tanto Fidel Castro como Augusto Pinochet llegaron al poder por las armas encabezando revoluciones que contaron con el apoyo de sus pueblos y que buscaban poner término a sendos gobiernos que no respetaban los principios democráticos y la justicia.

En el caso de Chile, el gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden cumplió plenamente su cometido; restauró el orden derrotando a las guerrillas y movimientos terroristas entrenados y financiados, y a veces armados, por la Cuba de Fidel; le dio estabilidad y un destacado y mundialmente reconocido progreso económico y social al país. Bajo la dirección de ese gobierno Chile se dio una Constitución Política aprobada mayoritariamente en 1980 y condujo un exitoso gobierno constitucional de transición entre 1981 y 1990, año este último en que entregó el mando a un presidente electo en comicios libres celebrados bajo esa misma Constitución que asegura el que vivamos bajo el imperio de todas las libertades y podamos construir nuestro futuro y realizarnos conforme a nuestras capacidades y esfuerzo.

Por el contrario, la antigua joya del caribe es hoy un país más pobre, más aislado, más indigno para sus habitantes y más injusto incluso que a la llegada de Fidel hace casi seis décadas. Nunca han podido hablar libremente, expresarse en medios de comunicación, organizarse, desplazarse dentro o fuera del país y deben soportar una pobreza y subdesarrollo colonial a pesar de haber vivido subsidiados por la Unión Soviética y después por regímenes socialistas.

Siguiendo el modelo de monarquía feudal de la oprobiosa tiranía de Corea del Norte, Fidel pasa el poder a su hermano Raúl y éste anuncia que lo mantendrá hasta 2018, en que lo pasará a su sucesor en el trono comunista, elegido por el partido y obviamente sin contemplar elecciones democráticas. Esa es la dignidad cubana que resalta y aplaude nuestra izquierda

Resulta evidente que los chilenos hemos sido muy afortunados de estar en Chile y no en Cuba y, muy especialmente, el que en nuestro querido país se impuso la revolución libertaria de Pinochet y no la dictadura socialista marxista de Fidel.

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