Guillermo Tagle

Entre inundaciones y sequías

Con sorpresa hemos visto las imágenes de noticias de las últimas semanas, que primero nos han golpeado con los efectos de una de las sequías más graves de los últimos años...

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Viernes 24 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Con sorpresa hemos visto las imágenes de noticias de las últimas semanas, que primero nos han golpeado con los efectos de una de las sequías más graves de los últimos años, en gran parte de la zona central y sur de Chile, para luego sorprendernos con las consecuencias y los daños provocados por las inundaciones y torrentes, que sorpresivamente irrumpieron en quebradas y caudales olvidados del desierto nortino.

El agua es uno de los elementos más preciados y fundamentales para el desarrollo de la vida. Con la cantidad adecuada de agua, la naturaleza crece y se multiplica, el alimento para la humanidad se produce en abundancia y acaba con los problemas de hambre y pobreza.

Oportunidades para aprovechar las bondades de este recurso, para otros fines tan importantes como la generación de energía, es también fundamental en geografías como la nuestra, que permiten al hombre construir y transformar la tierra, para sacar de ella un justo, equilibrado y ambientalmente amigable provecho.

Fuentes de agua para alimentar al planeta, hay más que abundantes. Sin embargo, la distribución de esta en el tiempo y en la geografía, no es proporcional a las necesidades. Lo que hemos vivido en estas semanas, con imágenes de campos y plantaciones secas y por otra parte, torrentes arrasando caminos y viviendas de gente modesta, es un llamado de atención importante, que no se puede dejar pasar.

El clima en el mundo está cambiando y esto es un proceso que no podemos controlar ni evitar. Este cambio es algo continuo, que ha ocurrido desde el principio de los tiempos. Imaginar la ansiedad que podría haber provocado, observar el seguimiento televisivo en línea, del proceso de conversión de los glaciares que dieron origen a los hoy admirados lagos del Sur, es aterrador.

A muchos, estos cambios provocan la necesidad de detener el curso de los tiempos, de interrumpir la cadena de crecimiento humano, imponiendo barreras y restricciones ambientales de diversa índole, que detengan la fuerza de la naturaleza, que detengan la fuerza arrolladora que la actividad del hombre pueda tener sobre la belleza de nuestro planeta.

Efectivamente, una mala gestión de los recursos naturales básicos, una falta de control respecto de cómo se usa y desarrolla la capacidad “depredadora” que puede tener el hombre, en la búsqueda de satisfacer sus necesidades elementales, puede provocar trastornos fatales para el desarrollo equilibrado y armónico de la humanidad. 
La capacidad de administrar y gestionar sana y equilibradamente los recursos hídricos, se convertirá gradualmente en uno de los factores básicos que distinguirá y provocará ventajas o desventajas competitivas entre países y pueblos de nuestro planeta. El agua será cada vez más requerida y apreciada.

Desarrollar políticas públicas que estimulen la inversión en infraestructura que permita mejorar la administración y buen uso del agua, en el tiempo, entre diversos usos y entre regiones, es cada vez más necesario.

Construir embalses, definir mecanismos y criterios de distribución de aguas, que permitan acumular en momentos de abundancia, amortiguen los efectos de inundaciones cuando llueve mucho, permitan su uso gradual y controlado en procesos industriales y mineros, puedan generar energía y puedan luego, después de haberla usado, devolverse puras y limpias a la naturaleza, es un gran conjunto de desafíos para esta generación. Si a todo lo anterior, agregamos la necesidad de afectar lo menos posible el equilibrio ecológico, estamos frente a uno de los mayores desafíos que haya enfrentado la humanidad.

Para nuestra fortuna y tranquilidad, el desarrollo tecnológico disponible para gestionar problemas de esta naturaleza, puede ayudar a lograr una buena solución. Una demostración simple y simbólica de ello, se observa en el hecho de que hasta hace no muchos años, predecir el clima era un “misterio de brujos”, hoy es simplemente una descripción fáctica de lo que ocurrirá los próximos días.

Para tener éxito en este desafío, es necesario integrar y coordinar esfuerzos y políticas en materias que hoy son responsabilidad al menos de ministerios de Agricultura, Economía, Minería, Obras Públicas, Energía y Hacienda. Definir y proyectar el futuro de Chile en materias de uso y aprovechamiento del agua, es urgente para que las próximas generaciones puedan vivir más y mejor.

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