Guillermo Tagle

Nuestros pilares financieros en la lupa

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Lunes 10 de septiembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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El mercado de capitales en Chile, en los últimos 30 años, ha sido un factor clave para el desarrollo económico de nuestra patria. Un marco regulatorio bien estructurado, diseñado con una arquitectura de vanguardia para cada una de sus sub industrias (bancos, AFP, seguros, corredoras de bolsa, administradoras de fondos), ha sido capaz de canalizar el ahorro de los chilenos y también de muchos inversionistas extranjeros, hacia empresas y emprendimientos de diversas índoles.

El marco regulatorio que se construyó para el sistema bancario, luego de la grave crisis de principio de los 80, ha sido una pieza clave. La industria ha podido gradualmente bancarizar a sectores más amplios de la sociedad, financiándose en el mercado local o internacional, bien supervisados y con políticas de resguardo financiero conservadoras, que han permitido a Chile “navegar” por situaciones tan complejas como el colapso del sistema financiero mundial de 2008 (crisis asiática, corralito de Argentina, entre otros) sin ningún impacto relevante en sus balances.

Un segundo pilar fundamental en este desarrollo ha sido la creación y crecimiento del sistema de fondos de pensiones, que ha puesto a trabajar el ahorro de millones de trabajadores, financiando autopistas, aeropuertos, plantas industriales, expansiones internacionales en diversos sectores, y en los últimos años, también han podido diversificar riesgos extendiendo su ámbito de inversiones a todos los mercados relevantes del mundo. La buena gestión de las administradoras de fondos de pensiones, se ha traducido en rentabilidades promedio para los ahorros de los trabajadores, muy superiores a las expectativas que existían cuando el sistema fue diseñado. 
Han sido tan relevantes estos factores para la estabilidad y el crecimiento económico de Chile, que es importante prender alarmas tempranas, cuando se vislumbran cambios que puedan afectar su fortaleza. Dos fenómenos podemos observar hoy, uno para cada industria, que ameritan encender la alarma.

Por muchos años fue causa de orgullo para los chilenos, el destacarnos como gente seria y “muy buenos pagadores”. El crédito ha podido expandirse casi a todos los segmentos de la población, permitiendo acceso a vivienda, bienes durables, y muchas cosas más. La expansión de esta industria tenía como uno de sus pilares clave, la disciplina de pago de la población. La combinación de eventos provocados por cambios regulatorios para fortalecer los derechos del consumidor (muy justos y necesarios), sumados a las prohibiciones de uso de bases de datos con historial de crédito de las personas y por último, el “empoderamiento” anónimo de las redes sociales, azuzados mediática y públicamente por algunas autoridades, han incrementado la morosidad, han generado reincidencia en el no pago, lo que afectará gradualmente la calidad de las carteras de crédito de bancos y casas comerciales, demostrando que la condición de “buenos pagadores” de los chilenos, estaba bastante más fundamentado en la eficiencia y transparencia de los sistemas de información disponibles, que en características sociológicas o de ADN de nuestros ciudadanos. Ha ocurrido una promoción irresponsable que empieza a deteriorar la fortaleza de la industria del crédito, que al final, pasará la cuenta a todos los chilenos disciplinados y correctos, que verán disminuido su acceso y aumentado los costos para sus necesidades de financiamiento.

Respecto de la industria de las AFP sólo una breve señal. Desde que ocurriera el caso La Polar, se les ha sometido a un nivel excesivo de cuestionamiento y escrutinio público de todo lo que hacen, al punto que ha reducido casi a cero, su disposición de invertir en cualquier proyecto o instrumento, que pueda tener alguna notoriedad pública. En las actuales circunstancias, se ha cerrado el acceso a financiamiento a cualquier empresa con algo más de riesgo, su participación en cualquier iniciativa que pudiese tener algún grado de impacto público, hoy queda descartado de plano. De continuar esta presión sobre la industria, volveremos a ver en sus carteras, cantidades excesivas de fondos invertidos en renta fija del Estado o depósitos a plazo, como ocurría antes de que pudiesen diversificar en mercados internacionales. Los efectos de someter e impulsar tanta presión pública sobre cómo se administran los fondos de pensión, lo sentiremos a mediano plazo tanto por el efecto indirecto de menor acceso a financiamiento para proyectos rentables y atractivos, como también en la menor rentabilidad que registrarán nuestros ahorros previsionales.

La alarma está encendida, hay que trabajar para que deje de sonar.

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