Guillermo Tagle

Servir a la Patria: imperativo moral

Guillermo Tagle Presidente Credicorp Capital

Por: Guillermo Tagle | Publicado: Martes 28 de julio de 2020 a las 04:00 hrs.
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Lo que estamos viviendo, trae recuerdos de lo que en general el mundo empresarial y de derecha, experimentaba en los años 87-88. El término del Gobierno Militar generaba sensación de pánico y de colapso en materia económica. Se había plantado la idea de que, la llegada de la democracia nos llevaría de vuelta al caos político, económico y social que habíamos vivido en los inicios de los años 70. El epílogo de esa etapa de nuestra historia es muy bien conocido por todos.

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La crisis política y de desconfianza generalizada que vive Chile, sumada al colapso económico en que nos dejará la pandemia, nos plantea la necesidad de diseñar un nuevo mundo, para el cual no hay referentes.

La sociedad hoy no tolera muchas cosas que en el pasado fueron permitidas. Los que no se han beneficiado con el progreso general que hubo en las últimas tres décadas no tienen paciencia para seguir esperando les toque a ellos. El estancamiento en el crecimiento económico de los últimos años colapsó la ilusión de alcanzar el progreso a un porcentaje muy alto de nuestros habitantes. Al mismo tiempo, las redes sociales y los medios de comunicación -masivamente- han predicado en forma consistente y repetitiva que la desigualdad es inaceptable, que todos los que tienen más lo han logrado a costa del sacrificio y del abuso de los que tienen menos. Se ha impuesto una ideología de derechos sociales sin obligaciones, fundamentada en un supuesto Estado todopoderoso, que todo lo puede brindar.

En la discusión de políticas públicas y de cómo superar la crisis económica en que nos dejará COVID casi no se incluye en la ecuación, la necesidad de estimular la capacidad de crear y producir, para luego tener algo bueno que repartir. Antes de la llegada de la crisis sanitaria, se había sembrado con insistencia la sensación de que cualquier cosa que falte, cualquier necesidad que hubiese que cubrir, con mayores impuestos se podía resolver. Se había generado la sensación de que vivíamos en un mundo de abundancia, en que la causa principal de todos los males era la desigual distribución de la riqueza.

El grave problema que enfrentamos hoy es que la pandemia desnudó nuestras debilidades. El Estado ha debido recurrir al uso de todas sus reservas y capacidad de endeudamiento para llegar con ayuda a los que no tienen para vivir mientras las restricciones sanitarias nos impiden trabajar. El Poder Legislativo, fragmentado, no perdió la oportunidad para poner en la mesa y ofrecer a la ciudadanía, acceso inmediato a los ahorros personales para la vejez, lo cual fue naturalmente acogido por la inmensa mayoría de la ciudadanía, a pesar de la recomendación en contrario de analistas, economistas y expertos de todo el espectro político.

Tenemos un tremendo desafío por delante. Aunque resulte difícil, sólo sirve mirar lo que ocurre como oportunidad. De lo contrario, el fracaso y la ruta hacia el fin son seguros. Llega la hora de promover un cambio generacional, invitar a comprometerse y ponerse a trabajar para pensar y diseñar el país que queremos construir, a la gran cantidad de jóvenes calificados, con vocación de servicio, que se han alejado del mundo político por no considerarlo “digno” para la realización de sus nobles objetivos profesionales.

Chile necesita el cambio, necesita personas abiertas de mente, calificadas y capaces de volver a pensar en el bien de la Patria, no contaminadas con todos los problemas y divisiones que han polarizado a nuestra sociedad en las últimas décadas.

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