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Impulso migrante

Débora Calderón Kohon

Por: Débora Calderón Kohon | Publicado: Viernes 2 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Débora Calderón Kohon

El debate por las migraciones ha alcanzado uno de sus puntos más altos (o bajos si queremos precisar en torno al contenido), durante los últimos días. Y más allá de la polémica, que pone de manifiesto nuevamente ese carácter a veces tan isleño que tenemos los chilenos, quisiera aportar a la discusión con algunas reflexiones.

Hace poco, en una carta publicada en otro medio, se hacía una bella analogía sobre que tal vez hoy en Chile dos migrantes serán los abuelos de algún parlamentario o presidente del país. Y claro, tal vez así sea, ya que hoy decenas de parlamentarios y varios de los mandatarios que han ocupado el sillón presidencial, han tenido algún antepasado migrante.

Negarlo sería tan absurdo como desconocer que una parte importante de los desarrollos que hemos tenido como nación, tienen que ver con el aporte que han hecho colonos que han llegado desde distintos rincones del planeta, y por una serie de razones tan diversas como posibles.

Los países que prosperan atraen más inmigrantes y por eso hoy el ojo, la intención y el trabajo decidido, debiese estar puesto en trabajar en una política adecuada de regulación de la inmigración. No se trata de prohibir o estigmatizar. Por el contrario, se debe regular el ingreso sin discriminar. Actualmente no existe el derecho a ingresar libremente a otro país y empezar a trabajar como si nada. Es bien naive pensar que algo así esté ocurriendo en Chile cuando los números de inmigrantes llegan recién a cerca de 500 mil en un país de casi 18 millones. La cifra, que representa cerca del 3% de la población, no se acerca al 13% que tiene actualmente EEUU y ni de lejos al 27% que se anota Australia. ¿El crecimiento ha sido rápido? Según los datos que se ostentan hoy sí, y es en razón de eso que el Estado debiese trabajar en políticas públicas que nos permitan generar las normativas para acoger y dar oportunidades reales a esas familias para que se conviertan en parte de la generación de un cambio positivo para todos.

Actualmente, estudios de la OCDE indican que aquellas naciones con tasas de inmigrantes más altas que las de Chile, han logrado incrementar positivamente su crecimiento económico. No dramáticamente, es cierto, pero sí con una tendencia al alza que beneficia el desarrollo de un país.

Muchos compatriotas han sido también inmigrantes en tierras lejanas. Ese intercambio aportó en el tiempo, a enriquecer nuestra cultura y la de los países que los recibieron. Es imposible borrar esa evidencia de los libros.

No puedo olvidar tampoco la propia historia. Mis abuelos eran inmigrantes y este país les abrió las puertas en un momento de dificultad. Hoy sus descendientes son, en conjunto con otras familias que llegaron junto a ellos, un motor empresarial que ha sido parte del crecimiento de este país.

Nuestra demografía está cambiando. Y nos hace bien. Esta diversidad de culturas que se integran, se han integrado y se integrarán a nuestro tinglado social, es parte del paisaje que rodea la carretera del desarrollo. El problema es regulatorio y no migratorio. Si empezamos a verlo desde esa perspectiva, es probable que mejores políticas se generen para seguir avanzando en este sentido.

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