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Innovación: un problema de I+D

Álvaro Ossa director de transferencia y desarrollo u. católica

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Es conocido el preocupante retroceso de Chile en los ranking mundiales de innovación en los últimos años. Luego de mostrar un buen desempeño a principios de la década del 2000, en donde Chile se posicionaba como líder regional en temas de ciencia, tecnología e innovación, la caída registrada en el ranking internacional encendió las alertas del sector. Algunos han señalado que no es Chile el que está retrocediendo, sino que otros países están corriendo a una mayor velocidad; cualquiera sea el caso, es Chile el que lo esté haciendo mal.


Como sea, la realidad es que debemos acelerar el rumbo y apostar por políticas de mediano y largo plazo que nos permitan retomar el liderazgo regional y avanzar hacía un desarrollo basado en el conocimiento y las ciencias. La Organización Mundial del Comercio señala en un reciente informe que la falta de inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) y de personal calificado, limitan el crecimiento y desarrollo de nuestro país.


En ese contexto, un factor clave para avanzar en este camino, es el fortalecimiento de la inversión en investigación aplicada. No puede haber real innovación sin un desarrollo científico que lo sustente. El Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef) creado en 1991, ha sido fundamental para el desarrollo de proyectos de I+D orientados a generar impactos económicos y sociales. Muchos critican que este fondo no ha logrado el impacto esperado en temas de transferencia, pero eso no es sólo responsabilidad del instrumento, sino de una suma de variables mucho más complejas, como por ejemplo un ecosistema adecuado, el desarrollo de las universidades en estas materias, el rol de las empresas en el campo de la innovación, entre otras.


Por eso resulta tan grave la merma sufrida por este instrumento que desde luego, puede mejorarse, pero no retroceder. Las tasas de asignación han bajado sostenidamente: si hasta hace un par de años los proyectos que lograban financiamiento representaban entre un 15% y un 20% del total de las iniciativas postuladas, en el año 2015, se estima que la cifra bajará a tan solo un 5%. Es inconsistente que el país diga que está haciendo esfuerzos importantes en innovación y por otro lado, uno de los fondos más relevantes en I+D reduzca su presupuesto a la mitad. Es cierto que el sector privado debe asumir un rol de mayor protagonismo en el financiamiento del I+D, no obstante, el rol del Estado no puede debilitarse.


Las universidades estamos cada vez más comprometidas con potenciar la investigación aplicada y la trasferencia de resultados que solucionen problemas del sector productivo y social. Sin embargo, necesitamos el compromiso del Estado y el interés de la industria por continuar avanzando en este camino.

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