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Inversiones Alternativas y su rol en los portafolios

Joaquín Aguirre Gerente de Estrategia de Tanner Investments

Por: Joaquín Aguirre | Publicado: Martes 29 de agosto de 2017 a las 04:00 hrs.
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Los activos alternativos no son invitados recientes al radar de los inversionistas, pues hace siglos que se puede invertir en terrenos, obras de arte o soja. Sin embargo, hoy día adquieren particular relevancia debido a los muy escuetos rendimientos de los activos tradicionales, especialmente de los bonos. Y si trasladamos esta situación a la discusión previsional, donde el problema de acumulación de ahorros se amplifica con nuestra creciente longevidad, la incorporación de activos alternativos se hace urgente.

¿Qué problema queremos solucionar? ¿Aumentar los rendimientos? No necesariamente porque ya tenemos esa opción; basta con que nos movamos a lo largo de nuestra frontera eficiente; es decir, que por ejemplo reemplacemos bonos por acciones emergentes. En el caso de nuestras AFP sería equivalente a desplazarnos desde el fondo E al fondo A, lo que representa un lujo que los cotizantes con un menor horizonte de inversión generalmente no se pueden dar.

Entonces la necesidad radica en desplazar la frontera, es decir, en entregar un mayor rendimiento para cada nivel de volatilidad y en ese contexto los activos alternativos son muy bienvenidos, pues por lo general entregan un retorno mayor y exhiben una baja correlación con los activos tradicionales. Esto se traduce en que cada contribución de rendimiento adicional venga acompañada de una disminución de la volatilidad del portafolio.

Esta baja correlación se puede constatar al observar los flujos de algunas inversiones asociadas a alternativos, y que se describen con la célebre curva J, ilustrando la necesidad de comprometer desembolsos por años antes de ver resultados. Este patrón de pagos difiere sustancialmente del de los índices tradicionales.

Por ejemplo, los resultados que obtendría Mike Markkula al otorgarle capital privado (o private equity) a Steve Jobs en los 70’s para desarrollar su prototipo, el Apple II, no tendrían mucha relación con los motores del Dow Jones (tasas, perspectivas económicas, etc.). Lo mismo ocurre con la deuda distressed, donde el patrón de pagos que recibirían los fondos buitres de la deuda de Detroit, tras su default, no se relacionan con las tasas de la Fed o la inflación, sino más bien con la capacidad negociadora de las partes.

Sin embargo, no todo es color de rosas. Los inversionistas deben sortear la menor liquidez, transparencia y precisión de las valoraciones. Además, la capacidad de los managers es crucial, pues por cada historia exitosa como la de Apple abundan miles de proyectos que no vieron la luz. Por lo tanto, los equipos de inversiones de las AFP deberán perfeccionar el due diligence.

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