Jorge Navarrete

5 claves para una crisis

Jorge Navarrete P., Abogado

Por: Jorge Navarrete | Publicado: Martes 29 de diciembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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En el cine y la literatura, la crisis (o clímax) hace referencia al momento en que se resuelve la historia y se sigue la suerte de los personajes. A su vez, en la medicina, dicha expresión señala aquel instante cuando se juega, para bien o para mal, la salud de un paciente. Y en la política o las ciencias sociales, se repite esta idea de tránsito o punto de inflexión, pues -como lúcidamente lo señalara Gramsci- la crisis es aquel momento en que lo que tiene que morir no ha muerto, y lo que tiene que nacer no ha nacido todavía.

No es extraño, entonces, que las crisis den lugar a incertidumbres, ansiedades y temores. Pero esa imposibilidad de ver con claridad el final del camino no debe oscurecer nuestra compresión de las claves para transitarlo. Claves que no sólo hacen referencia a lo público, sino también a lo privado, tanto a la dinámica de la política como también del mercado.

La primera de ellas, la más central y relevante, es redistribuir poder; no sólo poder económico, sino también social, político y territorial. En efecto, será central en todos nuestros próximos debates el cómo transferimos más capacidades y oportunidades a ciudadanos, trabajadores y clientes, dándoles mayores posibilidades de elegir, realizar sus planes de vida y apropiarse de su destino.

A continuación, hay una clave de naturaleza procedimental o procesal, como diríamos los abogados. El método es el mensaje, es decir, la forma y manera cómo abordemos los próximos desafíos será determinante para poder sortearlos con éxito. En lo que viene habrá mucho de una discusión de procedimientos y estética, la que mucho tiene que ver con la ética, pues las personas queremos que nuestras autoridades -como también las empresas y otras organizaciones- no sólo tomen decisiones correctas, sino que también lo hagan correctamente, que no es lo mismo.

En tercer lugar, una clave sicológica. Tanto en la política como en el mercado, lo más objetivo es lo subjetivo. Así entonces, tendremos que sopesar la excesiva centralidad que por años le hemos dado a la racionalidad técnica o a los argumentos de autoridad, poniendo más atención a las sensaciones, emociones y sentimientos -de ciudadanos y consumidores-, en el eterno e incumplido propósito de conectar con las audiencias, empatizando con sus necesidades y puntos de vista, por más equivocados que a ratos nos parezcan.

De igual manera, me parece que tanto en lo público como lo privado, deberemos aquilatar mejor la enorme transformación digital que alteró la forma y los códigos que dominaron las comunicaciones por siglos. Por de pronto, seguimos siendo deficientes en el manejo de estas nuevas reglas del juego: donde el vértigo hace que por la tarde las noticias de la mañana estén obsoletas; donde no es posible predecir ni menos controlar qué se publica, o cómo y dónde se hace; y donde los ciudadanos y clientes dejaron se ser sólo receptores de información, pudiendo hoy emitir con gran impacto sus propios juicios, percepciones, verdades o falsedades.

Por último, y una clave para las empresas y otras organizaciones con fines de lucro. Ya no basta con ser exitosos en la generación de valor privado (creación de trabajo, utilidades e impuestos), en la medida que hoy las personas exigen a las corporaciones contribuir con valor público; lo que no es otra cosa que la razón por la cual -para ciudadanos e incluso consumidores- una empresa es algo importante, aunque ellos no tengan nada que comprarles y éstas no tengan nada que venderles.

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