Juan ignacio Brito

El silencioso tsunami demográfico

Juan Ignacio Brito Profesor Facultad de Comunicación e investigador del Centro Signos de la U. de los Andes

Por: Juan ignacio Brito | Publicado: Miércoles 2 de junio de 2021 a las 04:00 hrs.
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La población mundial envejece sin que a nadie parezca preocuparle demasiado. Sumergidos en la solución de lo urgente o lo políticamente rentable, los liderazgos globales no prestan suficiente atención a una tendencia inexorable que involucra alteraciones nunca vistas en la historia.

Desde su nacimiento hasta 2018, nuestra especie siempre tuvo más niños que ancianos. Ese año, sin embargo, por primera vez los mayores de 64 años superaron a los menores de seis años. El hito se basa en una expectativa de vida más larga debido a mejoras en la calidad de vida y una caída vertical de la tasa de fertilidad femenina en muchísimos países.

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El fenómeno resulta más visible en las naciones desarrolladas, al punto que obliga a recalibrar las opciones de las grandes potencias para liderar la geopolítica global en las próximas décadas. Estados Unidos parece en mejor posición que el resto. Pese a que el censo de 2020 mostró allí un crecimiento de sólo 7,4% de la población en la última década (el menor desde la crisis de 1930) y una caída en la tasa de fertilidad (que llegó a 1,64 hijo por mujer), ese país se ha demorado más en incorporarse a la recesión demográfica de sus competidores. Por ejemplo, mientras EEUU cayó en 2007 bajo la tasa de reposición de 2,1 hijos por mujer (necesaria para mantener estable la población), Japón y la Unión Europea lo hicieron en la década de 1970, y Rusia y China, en la de 1990. Se espera que el número de habitantes de la UE comience a declinar en 2025; en Japón el descenso empezó en 2011. En algunas potencias, como China, la población económicamente activa ya ha comenzado a retroceder, presionando las finanzas públicas. Eso explica que haya autorizado esta semana que las familias puedan tener hasta tres hijos.

Una mayoría con canas obliga a revisar las prioridades de política pública, como la orientación del gasto social hacia servicios como pensiones y salud en desmedro de la educación. También supone cambios en tendencias políticas, sociales y culturales. Algunos ven un antídoto efectivo en la inmigración desde lugares donde la población sigue creciendo (se espera, por ejemplo, que Nigeria se convierta en el tercer país más populoso, sobrepasando a EEUU, antes de 2050). Sin embargo, como muestra el caso norteamericano, en países grandes la inmigración no logra revertir el deslizamiento a la baja demográfica. Además, parece injusto que los mejores cerebros de las naciones en desarrollo sean atraídos por los países ricos, pues eso eterniza la postración de aquellas.

Aunque las tendencias demográficas actuales sugieren una ventaja entre las grandes potencias para EEUU, ello no significa que dicho liderazgo vaya a ser necesariamente benigno. Según Michael Beckley, profesor del Universidad de Tufts en Boston, el envejecimiento de la población y la consecuente automatización laboral serán factores que harán que Washington se comporte de una manera iliberal en la escena global, más preocupado por sus intereses que por la promoción de ideales democráticos y libremercadistas, y poniendo énfasis en una diplomacia transaccional.

Algunos países con severas crisis demográficas, como Rusia o Hungría, han tenido éxito reciente al promover un aumento de la natalidad, mezclando incentivos económicos, mejoras en la protección social, subsidios a la vivienda, beneficios para las familias, etc. Son ejemplos de que la declinación demográfica –de la que Chile también es parte— puede ser enfrentada si existe voluntad.

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