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La importancia del vínculo entre liceo y empresa

Boris Buvinic Gerente General Banco Itaú Chile

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El 26 de agosto se celebra el Día de la Educación Técnico Profesional (EMTP), fecha que nos permite replantear la necesidad de potenciar el vínculo de este tipo de educación con la realidad productiva del país.


La EMTP representa el 41% de la matrícula total de 3° y 4° medio del país, por tanto, agrupa una gran cantidad de jóvenes y sus familias. Sin embargo, no hay relación entre el número de estudiantes y la cantidad de políticas dedicadas al tema: la EMTP sigue siendo la gran olvidada del debate educacional. Según datos de Educación 2020, la cobertura de matrícula ha caído en los últimos 5 años. Sin embargo, sigue agrupando a cuatro de cada diez alumnos. En 2014, fueron 168 mil estudiantes en 942 establecimientos los que cursaron la EMTP.


Hay una necesidad imperiosa por más y mejores técnicos. La pertinencia de los currículos siempre está en debate, porque los tiempos de la educación son distintos a los del mundo laboral. En este sentido, un sistema de educación dual, muy común en países como Holanda y Alemania, se vuelve relevante para responder a esta carencia.


En Banco Itaú estamos convencidos que los diferentes sectores económicos y, en particular el financiero, pueden hacer un aporte para avanzar en la integración de estos estudiantes al mundo laboral. Ejemplo de ello es el Programa Semana Empresa, iniciativa ejecutada en conjunto con Educación 2020, que permite a estudiantes realizar pre-prácticas profesionales en diferentes organizaciones, aportando directamente a la inclusión social. Jóvenes de colegios TP de Quilicura y Cerro Navia logran encontrarse con los empleados del banco y así, cambian su percepción de ellos y ellas. Derriban prejuicios y se reconocen capaces de participar en la sociedad. Lo mismo sucede a los trabajadores del banco, que al contacto con los jóvenes, cambian su mirada acerca de ellos y su entorno.


Sumergirse de lleno al mundo laboral de la mano de un tutor personalizado, que acompaña al estudiante diariamente en la asignación de tareas, le permite ejercitar destrezas de un modo que la sala de clases no favorece. Aprende a resolver problemas, desarrolla autonomía y flexibilidad, conoce la comunicación transversal y el trabajo colaborativo, entre tantas otras competencias. Este modelo es simple de replicar; ofrece innumerables beneficios como identificación y pertenencia al interior de las empresas y, paralelamente, potencia el desarrollo de habilidades en los jóvenes orientando una oportunidad laboral.


La invitación es a revisar cómo apoyamos la gestión de redes colaborativas entre el mundo laboral y el sistema escolar para abrir espacios de práctica, y con ello, participar en el proceso de definición de qué técnicos son los que el país necesita.

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