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Lecciones de una reforma bancaria

Enrique Marshall Economista y ex vicepresidente del Banco Central

Por: Enrique Marshall | Publicado: Jueves 18 de octubre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Enrique Marshall

En meses recién pasados, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una enmienda a las regulaciones que se introdujeron después de la Crisis Financiera Global de 2008. Algunos han manifestado preocupación, porque la ven como un intento por desmantelar los resguardos que se establecieron en su momento. Sin embargo, esta es una acción que debe ser evaluada con objetividad, en atención a sus méritos y con independencia del sello político de la actual Administración en ese país.

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Las regulaciones financieras están para brindar protección a los clientes y preservar la estabilidad. Pero guste o no, tienen costos que pagan finalmente los usuarios con menos competencia y menos innovación. Por ello es recomendable que las normas sean periódicamente revisadas y recalibradas.

Desde hace algún tiempo, las autoridades y los expertos en Estados Unidos habían expresado preocupación por la complejidad y el costo de las regulaciones introducidas después de la crisis. La clase política se hizo cargo de ello y propició un acuerdo bastante transversal que se plasmó en una enmienda legal.

Entre los cambios aprobados destacaría dos. Primero, se elevan los umbrales a partir de los cuales se gatillan las exigencias más estrictas, particularmente en materia de capital, liquidez y ejercicios de tensión. El umbral, que era de US$50 mil millones para los activos totales, se dobla para ciertos efectos, y se quintuplica para otros. Esto favorece particularmente a los bancos de tamaño medio, muchos de los cuales quedarían liberados de ciertas normas.

Curiosamente, entre los beneficiados estaría BancoEstado. Por tener una sucursal en Estados Unidos y mantener activos consolidados próximos al umbral que regía hasta ahora, el banco estatal debía mantenerse muy atento al cumplimiento de las regulaciones norteamericanas. Con los nuevos umbrales, éste queda liberado de esa preocupación.

La decisión de distinguir entre bancos grandes y medianos constituye una aplicación práctica del principio de proporcionalidad regulatoria, que se recomienda mucho pero que no se aplica con igual intensidad. Este principio establece que las normas deben ser más estrictas para los bancos más grandes y sofisticados y más amigables o flexibles para los de menor tamaño o sofisticación.

Esta es una recomendación que debiera ser recogida con atención en nuestro medio. Se aparta un tanto de nuestra tradición que ha buscado aplicar normas comunes y evitar posibles discriminaciones entre instituciones. Seguir por el camino tradicional puede ser práctico, pero tiene un efecto potencialmente adverso que consiste en elevar los costos para las instituciones de tamaño pequeño o mediano y dejarlas a la larga fuera de competencia.

El segundo cambio que destacaría está referido a los denominados "community banks", que son muy relevantes en ese país. Con la reforma, éstos tendrán un importante alivio regulatorio porque se flexibilizan las normas para emitir créditos hipotecarios y se los exceptúa de la denominada "Volcker rule".

En verdad, la vida para las instituciones de menor tamaño se ha tornado cuesta arriba en todas partes. Muchas de estas entidades se han visto forzadas a salir del mercado. En algunos países ya prácticamente no existen. Por cierto, existen fuerzas de mercado que no pueden ser contrarrestadas. Sin embargo, los reguladores no deberían generar condiciones adicionales para que estos bancos no puedan continuar en actividad.

En suma, los ajustes emprendidos en Estados Unidos, evaluados sin prejuicios, pueden aportar luces para la implementación de la reforma bancaria que ha sido recién despachada por el Congreso Nacional.

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