Columnistas

Los desafíos de abogadas y abogados jóvenes en la nueva era

Rebeca Zamora, Jefa del área de Compliance y derecho penal del estudio morales & besa.

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No es un secreto que el mundo laboral, y el legal en particular, han cambiado fuertemente en las últimas décadas. Las estructuras basadas en relaciones verticales, de poder y dirección han ido quedando obsoletas, dando lugar a espacios colaborativos.

Hoy es posible identificar un sinnúmero de formas de ejercicio profesional y la necesidad de formación constante se hace clave para enfrentar la era digital. La automatización y la democratización del conocimiento, sumados a la alta competitividad y la cada vez más valorada personalización en la entrega de servicios legales diferenciados, implican la necesidad de desarrollar una serie de habilidades que van más allá del mero conocimiento.

Lo anterior, junto con problemáticas globales relacionadas con la escasez de recursos que ponen en peligro nuestra civilización, plantean una serie de oportunidades y desafíos.

Nuestros clientes no solamente requieren cumplir con la ley; en permanente escrutinio, están obligados a ir “más allá” y asumir roles activo-positivos en la sociedad, con mayores exigencias de integridad, transparencia y respeto. No basta con cumplir aquello que la ley impone, hay que ser un “buen ciudadano” corporativo y en esto, nuestro rol es crucial.

Es notorio el aumento de organizaciones y asociaciones jóvenes en nuestro gremio que se articulan no para competir o generar ingresos, sino para desarrollar y promover intereses en común, y generar cambios.

La información ya no es un privilegio de pocos y, por lo tanto, compartirla de manera desinteresada, solidaria y horizontal, es clave. No sólo entre colegas, sino también ante quienes más la necesitan.

Desde la ética feminista, que importa una forma de trabajar colaborativamente y no bajo permanente competencia, adquiere especial relevancia nuestro rol en la protección de la personas y la diversidad, a través de nuestro trabajo, la capacidad de cuidarnos de prácticas de explotación y cuidar a otros de ello, desarrollar una perspectiva crítica hacia el derecho vigente y buscar las formas de incidir en su transformación a través del ejercicio profesional, en todo ámbito.

A su vez, integrar la tecnología a nuestros procesos será de vital importancia. Esta herramienta está absorbiendo muchas de nuestras funciones y/o abaratando las mismas. Pero ello no debiera ser un motivo de preocupación, sino más bien una oportunidad de crecimiento, mejora y nuevas formas de entregar nuestros servicios, como complemento a nuestras capacidades.

Quienes recién se incorporan al mundo legal valoran la compatibilidad del trabajo con el desarrollo personal: tener horas de ocio, efectuar trabajo pro bono, contar con espacios de esparcimiento y de intereses más allá de un reconocimiento entre pares.

En definitiva, las formas de trabajo colaborativo, valorando el aprendizaje, la experiencia mutua y la diversidad, serán la fórmula que funcione para las nuevas generaciones.

El desafío es mostrar a quienes nos preceden que se trata de un método distinto, pero igualmente exitoso y aún más gratificante.

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