Lucy Kellaway

¿Cómo logro que mis colegas dejen de silbar en el lugar de trabajo?

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Por: Lucy Kellaway | Publicado: Lunes 19 de diciembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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¿Se considera que silbar en el trabajo es correcto? En la Armada, donde yo solía trabajar, es el segundo crimen más grave después del robo. Ahora trabajo en una oficina de corretaje de bolsa en Londres donde muchos colegas silban en sus escritorios y cuando caminan por el lugar. ¿Cómo es esto aceptable? ¿Será que las personas están tan preocupadas de sí mismas y de sus pantallas que viven en su propio mundo? ¿Es una extensión de la manera en que comen en sus escritorios rodeados de ropa de gimnasio sucia? Sea cual sea la razón, ¿cómo hago que los tres principales culpables de silbar en mi oficina se callen?

Respuesta de Lucy Kellaway

No existe respuesta para tu primera pregunta, porque ya no existe un grupo claro de reglas sobre lo que es correcto y no es correcto en el lugar de trabajo. Uno podría haber pensado que era muy incorrecto sorber una fétida sopa de cebolla en tu escritorio en una oficina abierta, así como colgar toallas de gimnasio húmedas y hediondas en las sillas. Tampoco estaría bien tener a Dancing Queen o a otras melodías molestas como tono de llamada en tu teléfono. Pero todas estas cosas están consideradas lo suficientemente aceptables como para que muchas personas las hagan a diario en lugares de trabajo en todos lados.

Silbar cae dentro de la misma categoría, pero en mi visión, es peor ofensa que cualquiera de las otras. La sopa, aunque insoportable, no se come durante todo el día y el sentido del olfato es el que se agota de manera más rápida. Los teléfonos, cuando suenan, usualmente se contestan con relativa rapidez.

En cambio, el sonido persistente de los silbidos es enloquecedor. Hay una alegría insípida que se cuela por los poros. La única cosa más molesta que los silbidos constantes es el silbido a través de los dientes. Para algunas personas, y posiblemente tú seas una de ellas, silbar no es sólo irritante, sino que además es inconsistente con la paz mental e incompatible con cualquier trabajo que se esté realizando.

De hecho, hay un síndrome recientemente descubierto, llamado misofonia, o síndrome de sensibilidad sonora selectiva; quienes lo padecen, experimentan ira y pánico tan pronto como otras personas comienzan a silbar, a resoplar o a hacer sonar las uñas en una mesa.

Dado todo esto, tienes que levantar la voz. Simplemente di a tus colegas desviados: “¿te importaría mucho dejar de silbar? Creo que es terriblemente distractor”. El problema es que la mayoría de las personas que silban, incluidas las más cercanas a mí, no saben que lo están haciendo. Es un hábito tan arraigado, que simplemente decirles que no lo hagan no funciona.

No hay nada más que hacer que continuar diciéndoselo. Sugiero que reclutes a otras personas para que te ayuden y que juntos compartan la carga de advertir a quienes silban que se detengan. En algún momento lo harán, pero será necesario un esfuerzo consciente.

Walt Disney debe tomar al menos una parte de la responsabilidad por los silbidos en la oficina. Acabo de ver a Blanca Nieves cantar “Silba mientras trabajas”, aunque al menos ella lo hacía rodeada de animales que, se puede asumir, son menos susceptibles a la misofonia que los trabajadores de cuello blanco.

Las respuestas de los lectores

Personas miserables. Abran sus corazones al silbador improvisador, quien compone nuevas melodías y movimientos. Sí, puede ser parecido a escuchar a un solo de jazz demasiado largo, pero probablemente haya una melodía edificante en algún momento, por fugaz que sea, que te recomponga el ánimo.

Pero sólo piensas así si escuchas música en todo: una lata que se arrastra por la calle, un ascensor que tiene un chirrido, etcétera. Cuando yo escucho estas cosas, usualmente comienzo a improvisar sobre ellas con silbidos.

¿No sería agradable que me fuera a trabajar cerca de ti? Yo vivo en Londres. Podría pasar. Hombre, 63 años.

Yo, una vez, muy amablemente, le pedí a una persona de nuestra oficina que dejara de tararear en voz baja. Era casi inaudible, así que a veces era difícil diferenciar si en realidad era que estaba murmurando o si su imparable hábito de tararear te había hecho perder la cabeza. Fue bastante incómodo en el momento, pero me ganó la gratitud eterna de todas las personas cerca de él. Y con “eterna” me refiero a que hay personas que aún lo mencionan ocasionalmente, al menos seis años después. Mujer, 40 años.

Se puede ser pasivo-agresivo y usar una polera con un mensaje que diga “deja de silbar o te mataré, con cariño X”, o pregonar la paz y la libertad en todo el entorno, invirtiendo en unos buenos audífonos que cancelen el sonido.

Mi escritorio está ubicado en un espacio abierto muy ruidoso y aunque yo disfruto el sonido a mi alrededor, simplemente escucho música para encerrarme en mi burbuja y lograr hacer las cosas cuando necesito concentrarme. Mujer, 30 años.

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