Luis Larraín

Conducción económica: sintonía fina

Por: Luis Larraín | Publicado: Jueves 19 de marzo de 2015 a las 04:00 hrs.
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La alta inflación de 0,4% en febrero vino a desafiar la mirada de la mayoría de los analistas acerca del momento que vive la economía chilena. Ya no es tan claro que el único problema de la economía chilena sea una débil demanda interna, que deba enfrentarse con políticas expansivas en lo monetario y lo fiscal. Esto, sobre todo si consideramos que las presiones monetarias y fiscales en tiempos en que hay bajas expectativas de crecimiento, e incertidumbre acerca de la evolución de la economía, suelen traducirse en mayor inflación.


Pese a que el anuncio del Banco Central de un crecimiento de 1,9 % como cifra oficial para 2014 nos vino a recordar cuánto se desaceleró la economía el año pasado, hay indicios de que el mercado laboral no ha perdido suficiente dinamismo como para validar la tesis de falta de demanda interna como diagnóstico excluyente de nuestra coyuntura económica. Las remuneraciones siguen al alza y los incrementos en la tasa de desempleo son de poca magnitud, aunque para lograrlo el Gobierno haya debido recurrir a una importante creación de empleos públicos como lo sugieren los crecimientos en los rubros Servicios Sociales y Salud, Administración Pública y Defensa, y Servicios Comunitarios, Sociales y Personales. Éstos dan cuenta de la casi totalidad del incremento de 88.000 ocupados durante el último año. En el sector privado, la situación es dispar y los 37 mil empleos que gana la Agricultura en un año, favorecida por la fuerte devaluación del peso, son prácticamente los mismos que se perdieron en la Construcción. El Comercio y la Industria también sufren pérdidas de puestos de trabajo.


Los últimos indicadores en materia de producción, si bien no permiten todavía hablar de recuperación, sí podrían sugerir que se podría haber tocado fondo en el proceso de desaceleración que vive nuestra economía. De gran ayuda en esta convergencia ha sido la fuerte caída del precio del petróleo que ha favorecido a los sectores productivos. Aunque no hay consenso entre los analistas, algunos han comenzado a agregar a sus preocupaciones el tema de la inflación, mientras otros persisten en la tesis de insuficiente demanda como cuestión central de nuestra coyuntura.


Y la inflación, como decíamos al comenzar estas líneas, no ha cedido según correspondería si fuera cierto el diagnóstico de demanda deprimida. Hay consenso hoy día en el mercado que como consecuencia de ello el Banco Central debiera mantener la tasa de política monetaria en 3% por un buen tiempo, abandonando por ahora la política monetaria expansiva.


Otro elemento viene a sumarse al anterior para configurar un escenario más complejo para la conducción económica. El dinamismo que está mostrando la economía de Estados Unidos, donde los últimos datos sobre el mercado laboral sorprendieron a todo el mundo, sugiere que ese país va a experimentar inevitablemente un alza de sus tasas de interés en el futuro próximo. Como se sabe, el aumento de las tasas de interés en el país del norte tiene un impacto en el resto del mundo que ve desvalorizarse sus monedas. Varios países de nuestra región, Brasil, Colombia, Perú y el mismo Chile empiezan a experimentar los efectos de ello.


El insuficiente crecimiento económico de Chile podría estar explicado, en consecuencia, al menos en una parte no despreciable, por condiciones de oferta. Es decir ya no sería sólo un problema externo como el fin del superciclo de los commodities o insuficiente demanda china, sino también factores internos que estarían determinando falta de dinamismo en la oferta.


Las explicaciones clásicas para esto finalmente siempre confluyen en un insuficiente aumento de la productividad. De hecho, estimaciones preliminares hablan de una caída de 0,4% en la productividad para el primer año de Bachelet.


En circunstancias como éstas, el ministro de Hacienda debiera estar muy preocupado por los efectos que la Reforma Laboral pueda tener sobre la productividad y la eficiencia de nuestros mercados. Ya la reforma tributaria está actuando como un shock negativo sobre la productividad y lo que se conoce del proyecto laboral vendrá a acentuar el problema al intentar imponer una brecha entre la productividad de los trabajadores y sus salarios.

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