Luis Larraín

La Nueva Economía

¿Son necesarios más recursos en el Estado para financiar el gasto público?...

Por: Luis Larraín | Publicado: Jueves 13 de octubre de 2011 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Luis Larraín

Luis Larraín

¿Son necesarios más recursos en el Estado para financiar el gasto público? El ministro de Hacienda ha sido claro en que no es así. El Presupuesto 2012 está financiado. ¿Por qué entonces tanta gente, el ministro de Economía entre ellos, insiste en una reforma tributaria? Hay que tratar de entender sus motivaciones.



Lo que a uno se le ocurre, es que se piensa que así se da la impresión de que todos están contribuyendo a aliviar la situación de mucha gente, “la clase media” entre ellas, que enfrenta hoy día variados problemas: endeudamiento, aumento de algunos precios como el de la bencina.etc. Claro, porque la propuesta es legislar para que el impuesto a la renta de las empresas se mantenga en 20% y no baje como está programado desde que se aumentó “transitoriamente” cuando se enfrentó la reconstrucción del terremoto. Y las empresas, se supone, son ricas.

Así, se piensa, se intenta la recuperación de la clase media, que inclinó la votación a favor de Piñera. Se plantea entonces para ello reducir el impuesto a los combustibles, lo que sería muy apreciado por ese sector de la población. Todo calza, un pequeño esfuerzo de los ricos para financiar beneficios al resto. Suena bien.

Que en la realidad las cosas vayan a funcionar distinto no parece importar mucho. Se ignoran las voces de los economistas que dicen que siempre la imposición de un impuesto causa alguna distorsión. En el caso del impuesto a la renta de las empresas en particular, los efectos más claros son sobre la inversión y el empleo. Se concretan menos proyectos que en ausencia del impuesto porque en las empresas éstos se evalúan “después de impuestos”. Adicionalmente, hay menos recursos disponibles para invertir en nuevos proyectos. Son dos efectos negativos sobre la inversión que inevitablemente se van a producir. Aparejada con ellos viene una menor contratación de trabajadores, en un momento especialmente inoportuno porque la economía internacional se está poniendo más turbulenta y los inversionistas más nerviosos.

No es tan así porque después de aumentar los impuestos en los noventa igual hubo crecimiento contestan desde la nueva economía. Parece que allí no enseñan eso del “ceteris paribus” que significa todo lo demás constante. En la vieja economía nos enseñan que para evaluar el efecto de una medida sobre una variable hay que dejar constante las demás (el precio del cobre podría ser una de ellas) porque de lo contrario no se puede medir nada. Lo importante es cuánta inversión se habría producido sin el impuesto, aislando el efecto de otras variables. Muy complicado para la nueva economía.

Pero el hecho cierto es que los más pobres, el 10% más pobre de este país en que sólo un 32% de las personas en edad de trabajar lo hace, se verá perjudicado porque habrá menos empleos disponibles.

Aún así y esto no se dice en voz alta, más que los pobres lo que nos interesa es que la gran clase media sea la beneficiada. Más recursos para educación e incluso rebajar el impuesto a los combustibles.

Cómo ha sido señalado, el impuesto a los combustibles es un impuesto bastante eficiente. Uno porque recauda cerca de US$ 2.000 millones, y segundo porque es progresivo, vale decir pagan más los que tienen más, que son los que usan más bencina. Se rebate también ese argumento, la clase media es la que paga ese impuesto. Claro, la clase media en que están pensando es la que gana un millón y medio de pesos al mes. Ese es el 10% más rico de la población, pero no importa, para la nueva economía esa es la clase media.

Y así, sin darnos cuenta, la centroderecha va abandonando algunos de sus principios en busca de los esquivos votos. Ya no más focalización del gasto social en los más pobres, que lo que más necesitan son más oportunidades de empleo. Ahora la atención está en la clase media de la nueva economía, el 10% más rico.

Una pena descuidar ese ideario de erradicación de la pobreza, pero ahora es el tiempo de los políticos no de los tecnócratas. ¿Valdrá la pena esa renuncia? ¿Llegarán los votos?

Lo más leído