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Malas pensiones y brecha salarial: el real problema

Francisca Valdés y Carolina Eterovic, Mujeres Empresarias.

Por: Francisca Valdés y Carolina Eterovic | Publicado: Viernes 21 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Una mujer microempresaria, con educación escolar completa, estadísticamente hablando, enfrenta el peor escenario posible. Según un completo estudio del Ministerio de Economía, la brecha salarial que hay entre ella y un hombre en exactamente las mismas condiciones es, simplemente, la peor de todas a nivel nacional.

En los números, tanto en las estadísticas como en el cheque que recibe a fin de mes, la mujer siempre pierde. Una realidad histórica que necesita tener atajo, sobre todo cuando estamos en medio de la polémica por las bajas jubilaciones. Polémica donde las mujeres somos el dolor de cabeza central al ser las más perjudicadas.

Nuestras pensiones son bajas, también, porque ganamos sistemáticamente menos que los hombres, y contamos con menos acceso a los puestos de trabajo.

Las cosas no mejoran mucho para las mujeres con mejor educación. Una mujer dependiente (asalariada se las llama en los informes), con educación básica completa, tiene una brecha salarial del 14,9% respecto de sus pares hombres. Las mujeres que cursaron educación universitaria o tienen un postgrado (y que en un 77% están incorporadas al mundo laboral) ven crecer esta brecha salarial a un 29%.

Si hablamos de contratación, las mujeres están mucho más desprotegidas también. La variación del empleo entre enero-marzo 2010 y noviembre-enero 2015, muestra que solo el 25.7% de ellas forma parte de la categoría asalariado directo, y el 45,3% de ellas está en el grupo de asalariados externos, es decir, subcontratación. No hay que ser muy entendido para descubrir que esto es sinónimo, también, de peores sueldos.

Nos podríamos extender mostrando las diferencias entre hombres y mujeres respecto de sus diferencias salariales. Pero más interesante nos parece la primera pregunta que surge al constatar esta realidad: por qué tanta sorpresa ante el hecho irrefutable de que las mujeres tienen peores pensiones que los hombres.

Es verdad que vivimos más y tenemos más lagunas. Pero incluso si neutralizamos este efecto y decidimos jubilar a la misma edad que los hombres y pedimos que nos modelen nuestra pensión con la misma expectativa de vida que ellos, seguiremos teniendo una peor jubilación. La respuesta a este dilema es sólo una: ganamos menos que nuestros pares.

El gerente general de Cuprum nos da la razón con la carta enviada a sus afiliados semanas atrás. En ella señala que un hombre que cotizó por 30 años en su AFP recibirá una jubilación mensual de $948.517. Si se trata de una mujer (con los criterios de cálculo particulares para ella), el número cae a $ 577.567.

No sirve de mucho discutir si le hacemos ajustes a la fórmula con que se calcula la pensión de las mujeres, ya sea alargando la edad de jubilación o haciéndolas tomar conciencia de no tener lagunas si, al final del día, ese esfuerzo será en vano. La situación de las mujeres, sin importar su nivel educacional o estrato socioeconómico, será desmejorada siempre mientras la estructura y calidad del trabajo no cambie.

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