Manuel Bengolea

La movida del Banco Central

Manuel Bengolea Gerente general Octogone Chile

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 19 de febrero de 2016 a las 04:00 hrs.
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Manuel Bengolea

Sin duda la posición del Banco Central, en las actuales condiciones macroeconómicas, debe de ser bastante incómoda. Su mandato constitucional, entre otros, le obliga a velar por la estabilidad de precios y mantener la inflación dentro del rango entre el 2% y 4% anual. Para nadie es noticia que desde abril del 2014, con la excepción de noviembre del 2015, hasta enero de este año, la inflación ha estado por sobre dicho rango, y dentro de los argumentos esgrimidos por el Banco Central para explicar este incumplimiento está la significativa depreciación del peso en los últimos años, por más de 40%.

Es indudable que la devaluación se ha trasmitido a los precios. Sin embargo, lo que los consejeros del Banco Central no pueden decir, dado su compromiso de no injerencia en temas que incumben al poder político, es que una parte no menor del exceso de inflación se explica por el increíble aumento del gasto del gobierno. Es más, es un secreto a voces que el ingreso del ministro Rodrigo Valdés a Hacienda fue con el objetivo de “poner orden” al descalabro que su antecesor había originado, tanto en las expectativas de empresarios y consumidores como en las cuentas fiscales.

La piedra de tope del Central es que Hacienda se comprometa efectivamente en una reducción de gastos, lo cual ampliaría aún más la “brecha de producción” (diferencia entre la capacidad de producción y la demanda real), y abriría la posibilidad de que el instituto emisor pueda ayudar a reactivar la economía mediante más aliciente monetario. Pensar que el Banco Central va a subir nuevamente las tasas para contener la inflación, es desconocer el impacto de la crisis externa para los países productores de bienes básicos, como el cobre, y de la dimensión de los “shocks autónomos” (definición del instituto emisor para explicar el impacto de las reforma en las expectativas), que comienzan a acercarse demasiado al término contracción.

En definitiva, puede que el historial del Banco Central en materia de contención de la inflación en los últimos trimestres esté entre los puntos débiles desde su independencia en 1989, pero en su defensa se puede argumentar que desde esa misma época jamás se habían concomitado en su contra tantos elementos exógenos a su quehacer, tales como el fin del súper ciclo de los bienes básicos, la primera cuasi contracción auto infligida desde el fin de la dictadura, tanto por la sublime torpeza del ministro Arenas en el ámbito económico como por la total desidia de los políticos en cuanto a poner el crecimiento económico como prioridad, en vez de privilegiar eslóganes espurios de igualdad y derechos garantizados.

Mirando hacia el futuro, es indudable que la acentuada desaceleración de los salarios nominales en los últimos meses del 2015, más compatibles con niveles de 3% anual de inflación, le comienza a sacar presión al Banco Central, para que en cumplimiento de su mandato, la devuelva dentro del rango meta. Más aún, con los actuales niveles de actividad que se balancean arriesgadamente entre un estanco y una contracción, las probabilidades de que la próxima movida del Banco Central sea hacia la baja, a pesar de que los analistas no lo pronostican, es bastante alta.

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