Manuel Bengolea

Mercado bursátil; ¿veleidad o racionalidad?

Manuel Bengolea Gerente general Octogone Chile

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 9 de febrero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Manuel Bengolea

Mark Twain, popular escritor, orador y humorista estadounidense que, aunque carecía de visión financiera, brilló por sus novelas y sus dichos. ¿Qué tiene que ver Twain con los últimos acontecimientos bursátiles? No mucho, pero uno de sus dichos se me vino a la memoria a propósito de la caída de las bolsas internacionales. Dice así: “Octubre es uno de los meses particularmente peligrosos para especular en la Bolsa. Los otros meses peligrosos son julio, enero, septiembre, abril, noviembre, mayo, marzo, junio, diciembre, agosto y febrero”.

Para nadie es un misterio que los retornos bursátiles promedio de los distintos mercados (MSCI World) han sido más que buenos, hasta enero de 2018. En los últimos cinco años las bolsas han incrementado un 70%, esto es como 11% anual. En enero pasado, el alza de dicho índice era 5,3%, cercano a lo que muchos expertos esperaban como rentabilidad para todo 2018.

Es más, llama la atención que los mercados emergentes han mostrado una fortaleza inédita respecto a los desarrollados en este episodio de volatilidad.

Para los más entendidos, las señales de que el mercado estaba sobre-comprado eran más que evidentes.

Lo que suele suceder con las valorizaciones de activos financieros, es que dependen, por una parte, de los fundamentos, crecimiento económico y utilidades corporativas y, por otra, del ánimo de los inversionistas, que es lo que se denomina actualmente las finanzas del comportamiento, y que incorpora análisis psicológico en la toma de decisiones de los inversionistas. Estos dos elementos se habrían coludido para disparar las altas volatilidades exhibidas este año.

Se sabía que las valorizaciones de las acciones en EEUU estaban altas. También, que las tasas del Tesoro de EEUU eran una burbuja, y como el flujo de las empresas se descuenta con dicha tasa, más el riesgo inherente a éstas, no tomaba mucho deducir que al subir las tasas, bajarían las acciones.

Todos estaban enterados que el mercado laboral de ese país estaba muy estrecho y nadie se explicaba bien por qué ello no se transmitía más directamente hacia los salarios, principal preocupación de la FED para decidir qué hacer con su tasa de política monetaria. Sólo bastó que el último dato de salarios en EEUU decepcionara al mercado, y ello constituyó la razón para vender un mercado caro.

¿Por qué nadie recomendó vender acciones? Súper simple: no hay videntes, y está ampliamente demostrado que tratar de “sincronizar mercados” no paga. Lo que sí se dijo profusamente es que los mercados podían experimentar un ajuste, más aún si estábamos en un récord histórico de días transcurridos sin mediar un ajuste acumulado del 5% del S&P 500. Adicionalmente, para los más experimentados en el tema bursátil, el alza de los precios de las acciones japonesas anticipaba, y de hecho lo sigue haciendo, un aumento más que incómodo en la inflación futura de EEUU.

Los mercados bursátiles más relevantes, en lo que va de este 2018, no muestran una rentabilidad negativa, y eso que en 2016 y 2017 también fue positiva, con lo cual hablar de derrumbe sería exagerado. Más pareciera un ajuste, necesario y bienvenido, pues lo que típicamente sucede es que los inversionistas oportunistas y circunstanciales, aquellos movidos por la emocionalidad de tanta ganancia pasada, salen arrancando ajustando los precios, para que los inversionistas dedicados hagan su pega.

Joel Greenblatt, famoso gestor de fondos y profesor en la Escuela de Negocios de Columbia University en Nueva York, sostuvo sobre los inversionistas que cazan rentabilidades: “Escoger acciones en Bolsa sin una idea de lo que estás buscando, es como atravesar una fábrica de dinamita con un fósforo encendido. Puedes sobrevivir, pero sigues siendo un idiota”. Si es inversionista de largo plazo, entonces sea racional y espere a que este episodio de volatilidad pase. Si es de los veleidosos, entonces trate de no perder la calma por las pérdidas sufridas, y encomiéndese a alguna deidad para que no estalle la dinamita.

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