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¿Más presupuesto o mejores políticas públicas?

Gustavo Díaz Santis Economista Instituto libertad

Por: Gustavo Díaz Santis | Publicado: Lunes 24 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Al iniciarse el gobierno se estableció como objetivo lograr un equilibrio estructural hacia fines del período presidencial; es decir, un déficit estructural de 0% del PIB en 2018. Sin embargo, este compromiso ya ha quedado olvidado, y para este año se espera que el déficit efectivo se eleve a 3,1%, con lo que el déficit estructural se eleva a 1,7% del PIB.

Ahora, el gobierno se ha comprometido a una reducción gradual a razón de 0,25 pp del PIB anual. De acuerdo a este compromiso, y pese a que para 2017 el gobierno espera que el déficit fiscal se incremente a 3,3%, el estructural debiera verse reducido a 1,5% del PIB, y para 2018 se debiese alcanzar un déficit de -1,3% del PIB en términos estructurales. Lo que no se dice es que para 2018 se cumplirán 10 años con deuda estructural, lo que sin duda terminará pasando la cuenta en materia de riesgo país, recortando la posibilidad de acceder a endeudamiento externo y reduciendo los niveles de inversión en Chile.

En este contexto, no resulta obvio decir que una buena solución para eliminar el persistente déficit es retomar la senda de las buenas políticas económicas que apunten a dinamizar la economía. Una buena política económica persigue un mayor crecimiento económico, lo que a su vez permite focalizar de mejor forma el gasto público. La ausencia de ingresos fiscales explicó buena parte de la reforma tributaria de 2014, y no es novedad que gran parte del crecimiento del Presupuesto para 2017 se explica en esta reforma. Entonces, es válido preguntarse ¿qué es lo que se está financiando? ¿cuáles son los compromisos adquiridos en la reforma tributaria y los recursos asociados a estas materias? ¿Están bien asignados los recursos?

A modo de ejemplo, en educación, se sigue invirtiendo una ingente cantidad de recursos en la enseñanza superior, cuando ha quedado establecido, por medio de estudios nacionales e internacionales, que la principal herramienta para disminuir la brecha de desigualdad pasa por aumentar las inversiones en las etapas tempranas de la educación, es decir, en la etapa preescolar.

De acuerdo a las cifras presentadas por el ministro de Hacienda, menos del 0,3% del PIB se invierte en educación preescolar, lo que se compara con 1,6% del PIB que se invierte en educación superior.

Otra muestra de la deficiente asignación de recursos es lo sucedido con el país y su dependencia de la minería extractiva. La aguda caída en la inversión minera se ha traducido en que Chile deba hacer un alto en su camino al desarrollo y a un mayor bienestar social. La inversión minera ha caído desde más US$ 6.000 millones en 2012 a poco más de US$ 1.500 millones en la actualidad. Cabe preguntarse entonces, ¿en qué se han invertido los recursos del royalty minero?

Si bien la Presidenta advierte que la situación económica es compleja, no reconoce que su gobierno tiene responsabilidades en aquello, basado en decisiones que no se han tomado o comunicado de la forma más idónea y que han repercutido en un escenario de alta incertidumbre. Las malas políticas públicas han favorecido una deficiente asignación de recursos, fenómeno que lamentablemente ha terminado con tres años de desaceleración económica que han afectado negativamente a la calidad de vida de miles de chilenos y chilenas, precisamente los más vulnerables y que más necesitan de autoridades político-económicas diligentes y competentes.

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