Matko Koljatic

¿Es inteligente la Inteligencia Artificial?

Matko Koljatic Académico UC

Por: Matko Koljatic | Publicado: Miércoles 5 de diciembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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Estamos siendo testigos de la irrupción en el día a día de nuestras vidas de la Inteligencia Artificial (IA). Tareas antes reservadas a los seres humanos -como encontrar la mejor ruta, ser campeón de ajedrez, diagnosticar enfermedades, determinar niveles de inventario o evaluar líneas de crédito– ahora las hacen máquinas, con mayor precisión y rapidez que cualquiera de nosotros.

En breve, los algoritmos de la IA perciben e interpretan el mundo alrededor nuestro, leyendo billones de datos que por venir ‘etiquetados’, permiten a la máquina identificar ‘patrones’, en un símil de lo que hace el cerebro. Lo más notable es que con la ayuda de humanos, los algoritmos de IA van ‘aprendiendo’ de sus procesos anteriores, mejorando progresivamente sus análisis, en lo que se llama “machine learning”.

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En algunos casos, las máquinas usan datos de internet en que hemos registrado nuestras preferencias al hacer ‘click’ y comprar, para construir un perfil detallado de nuestros hábitos y deseos, que permite ofertas diseñadas a la medida de nuestra personalidad. En otros casos, la IA usa datos privados, provenientes de exámenes, transacciones, procesos y otras fuentes de datos, buscando correlaciones ocultas que en nuestra lógica lineal de causa-efecto no somos capaces de percibir, generando diagnósticos y decisiones. En otra forma de captura de datos, sensores reemplazan nuestros ojos y oídos, que pueden ser usados en reconocimiento facial, aseguramiento de la calidad o en aplicaciones como Siri y Waze.

Finalmente, la combinación de los tipos anteriores de IA lleva a lo que se ha llamado la IA ‘autónoma’, la más complicada, en que la máquina tiene ‘sentidos’ y responde al mundo que la rodea tal como lo haría uno de nosotros. Se incluyen en esta categoría, por ejemplo, los algoritmos de los vehículos sin chofer que pueden ‘ver’ el entorno (como los pixeles rojos de un semáforo), ‘entendiendo’ que se deben detener y usan esa información para frenar.

La pregunta del millón, sin embargo, es si la IA llegará a ser como la inteligencia humana, como se ve en los robots de las películas de ciencia ficción.

Estamos lejos de ello. La IA, como la conocemos, se limita a capacidades computacionales en campos específicos, como por ejemplo, jugar bien ajedrez o reconocer palabras habladas, pero no tiene capacidades avanzadas como razonar, sentir emociones, aprender conceptos, etc. No hay, por el momento, desarrollos tecnológicos en esa dirección.

A pesar de lo anterior, tal como ocurrió con otro invento, la electricidad, que se expandió rápidamente a miles de aplicaciones, se espera que la difusión de la IA sea muy rápida y el impacto en el empleo, dramático. La razón es que las ventajas de la IA son evidentes: trabaja sin descanso y con gran exactitud, no se queja y se puede aplicar a muchas tareas, con un beneficio económico sustancial. Por lo mismo, dado que la IA puede hacer muy bien tareas simples, representa una amenaza para los empleos rutinarios, en que los seres humanos serán reemplazados por robots. La única respuesta es dar a la población nuevas competencias, con más y mejor educación.

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