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Mujeres en directorios: el dilema de la cuota

Paula Valenzuela Gerente General Fundación Generación Empresarial

Por: Paula Valenzuela | Publicado: Miércoles 19 de julio de 2017 a las 04:00 hrs.
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La inclusión de mujeres en cargos directivos de empresas, así como en gremios, ha vuelto a ser un tema protagónico. De hecho, ya es bastante aceptado que la incorporación de visiones diferentes aporta grandes beneficios a las organizaciones. Sucesivas investigaciones han demostrado que los directorios diversos son más innovadores, y que logran enriquecer la mirada y el análisis. Financieramente, el efecto de esta diversidad en el retorno al capital sería entre 5% a 10% superior. Pero más importante aún, las organizaciones con liderazgos equitativos están mejor integradas a la sociedad y son más justas.

La diversidad requerida es multifactorial: de experiencias, disciplinas y formas de entender la realidad. Así, un cuerpo colegiado compuesto casi exclusivamente por hombres pierde importantes oportunidades de mejora en resultados, competitividad y reputación corporativa. La gran pregunta, entonces, es cuál es el camino para avanzar hacia esa inclusión. Y no hay respuestas fáciles, porque la cultura no se modifica automáticamente y ningún cambio está exento de costos.

La cuota es una herramienta que fuerza un resultado final mínimo cuando los mecanismos convencionales no dan abasto. Así, se impone por decisión directiva o regulación legal. Entre los primeros casos, podemos destacar el gran aumento -por decisión del gobierno- de mujeres en directorios de empresas del Estado, que pasó de 4,3% en 2013 a más de 40% este año. Entre los segundos, países como Alemania, Francia y Noruega tienen cuotas mínimas legales para empresas listadas. Aunque no es del gusto de la mayoría, la cuota mínima legal en directorios será la única opción si el mundo empresarial no avanza por voluntad propia. Y es que el tema de la inclusión a este nivel dice relación con valores: respeto por las personas y su dignidad; responsabilidad por la organización y sus objetivos; sentido de justicia frente al mérito, sin importar de dónde venga. A estas alturas, claro está, no es sólo una buena práctica sino una necesidad de incorporar todas las visiones, sin prejuicios ni discriminaciones, simplemente porque las capacidades y competencias no tienen exclusividad de género.

Parece increíble, pero si bien el 30% de las personas con doctorado en Chile son mujeres, sólo el 6,5% de los puestos en directorios de empresas IPSA son ocupados por ellas. En los gremios empresariales el resultado es similar o peor. El imperativo debiera ser, al menos, avanzar a velocidad suficiente para no aumentar la brecha que ya tenemos con el mundo desarrollado. Y esa es una audaz meta para el estado en que nos encontramos. Lo cierto es que avances en la materia difícilmente se lograrán con políticas poco decididas o manteniéndonos en la inacción.

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