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Nuestro futuro con China: la conectividad

Fernando Reyes Matta Director del Centro de Estudios de China de la Universidad Andrés Bello

Por: Fernando Reyes Matta | Publicado: Jueves 10 de octubre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Fernando Reyes Matta

El principal producto del comercio entre Chile y China hoy es el cobre. En treinta años más, es decir a la mitad del siglo, es posible que sea la “cercanía digital”. Puede sonar extraño hablar de cercanía en relación a China, el país antípoda al nuestro. Día/noche; invierno/ verano. Bajo esa realidad se han dado nuestras relaciones hasta ahora. Pero cuando hablamos de vinculaciones digitales, de instantaneidad, de circulación eficiente y oportuna de datos, de usos futuros de fibra óptica y conexiones satelitales de máxima velocidad, lo que pasa a ser más importante es la cercanía de ideas y proyectos en los cuales podemos trabajar juntos.

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En otros términos, pensar a futuro con China pasa por instalarse a pensar desde la principal herramienta que tendremos para nuestras relaciones con ese país: la conectividad.

Ahora, cuando la República Popular China cumple 70 años desde su creación, heredera de miles de años de civilización y creatividad, es necesario preguntarse por donde va caminando hacia el futuro. La mejor respuesta está en datos concretos reconocidos multilateralmente. Si uno analiza la inscripción de patentes en la OMPI, la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, con sede en Ginebra, encuentra ciertos datos sorprendentes. Allí el número uno en las solicitudes ha sido Estados Unidos, al cual hace cinco o seis años atrás, le seguían Japón, Alemania, Suiza y otros industrializados. ¿Qué dijo el Informe de la OMPI de 2017 publicado recientemente? Que la Oficina de Propiedad Intelectual de China registró un total de 1.380.000 solicitudes de patente, el número más alto a nivel global. Le siguieron las Oficinas de los EE.UU. (606.956), el Japón (318.479), la República de Corea (204.775) y la Oficina Europea de Patentes (OEP) (166.585).

Con cifras como ésas se constata que China ya no es sólo el centro de manufactura mundial que determinó su desarrollo hasta ahora, sino que se ha convertido gradualmente en uno de los centros de innovación tecnológica del mundo. Los chinos vienen avanzando intensamente en el desarrollo de big data, computación en la nube, inteligencia artificial, etc., y han promulgado políticas relevantes para promover el desarrollo de estas tecnologías, sentando una base sólida para la comercialización, especialmente de 5G.

Y a propósito de 5G, un dato no menor es que en junio pasado, el país asiático emitió una licencia comercial oficial de 5G. Ello llevó a varios operadores y fabricantes de dispositivos móviles a empezar a trabajar con diferentes sectores, como energía, la banca y la fabricación, para promover la aplicación e integración de 5G en todas las áreas claves. Al mismo tiempo, están en marcha programas de educación donde la calidad puede ser mucho más igualitaria que nunca lo ha sido: un buen profesor, un científico destacado, una clase inteligente podrá ser vista por estudiantes de sectores lejanos del país, como también de diferentes niveles sociales. Están las cirugías a distancia, los exámenes médicos con cruces de datos aportando nuevas certezas respecto de lo que afecta a un enfermo. Los cambios que vienen son mayores.

Chile debe prepararse para trabajar con China bajo la lógica de la conectividad a futuro. Producir en interacción permanente. Y eso reclama conocerse más, confiar más, descubrir las mutuas ventajas de cada cual en su modo de ser y hacer. Todo ello, bajo una regla clave: respeto mutuo.

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