Padre Hugo Tagle

Amores frágiles

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 14 de agosto de 2017 a las 04:00 hrs.
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Han aumentado explosivamente los divorcios en Chile. Leo una nota en un portal de noticias que da cuenta de este triste fenómeno. Según el Registro Civil, la cifra general de divorcios se ha mantenido relativamente estable en el país en los últimos años (en torno a 50 mil al año). Pero llama la atención el aumento sostenido en el número de parejas que se divorcian luego de estar pocos años casadas.

Según datos recogidos por la publicación, en la última década el número de divorcios en matrimonios que han durado 5 años o menos aumentaron en un 525%, pasando de ser 578 en 2006 a 3.035 en 2016. Lo más llamativo es que 10 parejas se divorciaron en 2016 antes de cumplir un año de matrimonio.

Hubo 99 parejas que se separaron luego de durar entre uno y dos años en matrimonio, cuando hace una década sólo fueron 15.

En Chile, se casan casi tantos como se divorcian. En suma, la estabilidad familiar chilena es débil. ¿Qué pasa en las relaciones matrimoniales? Pareciera abundar una sobre expectativa de lo que es la vida matrimonial, como si ello fuera un estado de pololeo perenne. Casarse implica deberes y, sobre todo, renuncias. Ambos muchas veces quieren seguir con el mismo ritmo de vida que tenían de solteros. Casarse implica ceder espacios, ser generosos. Da la sensación de que cada uno se atrinchera en su realidad y trabajo, sin involucrar realmente al otro. No se transforman en verdaderos aliados, sino en competidores.

Muchos, lamentablemente, se casan pensando en la posibilidad de separarse. “Si no resulta, nos separamos”. Esa predisposición negativa hace más difícil la construcción de un proyecto familiar. Surgen los recelos, temores, desconfianzas. Se va horadando el terreno común para finalmente derrumbarse lo poco que se haya construido.

Es cierto que hoy los jóvenes se casan en condiciones de mayor exigencia y estrés, por las condiciones laborales y la mayor competitividad. Ambos deben trabajar para tener un nivel de vida relativamente holgado. Pero eso no debería atentar contra su estabilidad, sino al contrario. Bien asumido, debería ser fuente de crecimiento, enriquecimiento y fortaleza. Lamentablemente las parejas jóvenes caen en la vorágine de un activismo sin sentido, vaciándose de sí y separándose cada vez más uno de otro. Al final, son dos mundos paralelos que casi no se tocan. Se transforman en extraños.

Hoy, son muchas las condiciones para construir buenos y felices matrimonios. Hay un plano de mayor igualdad entre hombre y mujer. Mayor cercanía y confidencia. Un mayor apoyo a ellos, redunda en una sociedad más feliz y sana.

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