Padre Hugo Tagle

Chile on fire

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 9 de enero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Los dantescos incendios en distintas partes de Chile, particularmente en Valparaíso, nos obligaron a un aterrizaje forzoso en la realidad. Poco duro la alegría de la pirotecnia de año nuevo. Pasamos rápido a estos otros fuegos no queridos pero sí provocados por el hombre, que nos han violentado y puesto en entredicho la eficiencia pública. Ha sido la versión mejorada y ampliada de un espectáculo estrenado casi como un ritual año a año. No hemos aprendido nada. Resulta tan desconsolador como indignante el que, a pesar de las advertencias técnicas, se produzcan tragedias completamente evitables. Debemos prepararnos mejor para catástrofes como éstas, dada nuestra geografía, las sequías, y el aumento de las temperaturas.

El lado bueno es que, como en dramas parecidos, salta el “chileno solidario” que llevamos dentro y desde el primer momento del incendio empezaron a hacerse presentes voluntarios para ayudar a las familias damnificadas. Por lo que se informa desde la diócesis de Valparaíso, no han faltado voluntarios para preparar y repartir alimentos, ayudar en la limpieza y acompañar en el dolor. Hemos sido testigos del coraje de Bomberos de Chile quienes, una vez más, dan testimonio de una entrega y generosidad sobrecogedoras, dándose por entero a su tarea, ¡gracias Bomberos de Chile! Hay que sumar a esto la impecable y generosa tarea de Carabineros, presentes para resguardar el orden, pero también para salvar personas y enseres.

Los incendios y calamidades similares dejan en evidencia la precariedad y miseria en que aún viven miles de compatriotas. “Los pobres no eligen donde viven”, dijo hace unos años una vecina damnificada por un incendio. Es tarea de las autoridades, de la sociedad, el darles un lugar seguro y digno.

Los cristianos celebramos ayer la visita de los sabios de oriente, los “reyes magos”, a Jesús en Belén. Los precedía una estrella “que se detuvo en el lugar donde estaba el niño”, como relatan los evangelios. “Y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra” (Mt 2,10).

Se postraron ante el misterio de Dios hecho hombre. Para reconocer la bondad, hay que abajarse, hacerse humilde. Desde la soberbia no se logra nada. Que este inicio de año nos regale esa misma actitud de humildad, serenidad, paz y apertura al misterio de Dios en nuestras vidas. En Él todo es esperanza, no hay que temer. Que en este año que comienza, reine esa alegría y paz.

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