Padre Hugo Tagle

¡Contento, señor, contento!

Padre Hugo Tagle @HUGOTAGLE

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 21 de agosto de 2017 a las 10:11 hrs.
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Padre Hugo Tagle

Padre Hugo Tagle

Es una de las frases características del Padre Hurtado. Siempre alegre y esperanzador. El pasado viernes, se cumplió un nuevo aniversario de la muerte del Padre Alberto Hurtado. Su ejemplo y obra son un desafío para todos los chilenos. Sacerdote ejemplar, de una corta pero intensa vida, tuvo una sola meta: servir a Dios a través de los hombres. Veía a Cristo en los hermanos, sobre todo en los más pobres, los niños y ancianos. Llamaba a quienes servía “jefecitos”, recordándonos que quien sirve está a disposición de los demás; que quien sufre merece toda nuestra atención.

“No seríamos cristianos auténticos, si contentándonos con un orden puramente interior, nos desinteresáramos de nuestros hermanos, de sus dolores, de sus justas aspiracio- nes, de trabajar por establecer en el mundo un nuevo orden social”, dice en uno de sus escritos.

La fe no es pura piedad o solo cultivo de una paz interior, que finalmente puede transformarse en un placebo y excusa para evadirnos de la realidad. No. La fe auténtica, lleva al encuentro con el otro, a atender a quien sufre, a soñar con un mundo más justo y fraterno. La fe interpela, cuestiona, incomoda; lleva a un cambio de vida positivo, a dejar lo malo para crecer en la virtud y el bien.

“El cristianismo o es una vida entera de donación o es una ridícula parodia que mueve a risa y a desprecio”. No se puede vivir la fe a medias. “En realidad los dos mandamientos, amor a Dios y al prójimo, no son dos, sino uno: amar a Dios en el prójimo”. Si, amar a los demás, sobre todo a quienes sufren, quienes se han marginado por debilidad, miseria, soledad o frialdad, debe ser prioritario en nuestra vida.

Y en esto, todos somos ricos, todos podemos tender una mano. El Tribunal Constitucional está apunto de dar su veredicto sobre el proyecto del gobierno que despenaliza el aborto en tres causales.

Cualquiera sea la decisión, la vida sigue valiendo igual, desde su con- cepción hasta su ocaso natural. Toda esta discusión debe llevar a quienes creemos en su valor, a defenderla siempre, en toda circunstancia. No hay razón para acabar con una vida y menos en gestación. La medicina intrauterina ha hecho adelantos notables por lo que acabar con ella resulta completamente injustificable.

Redoblemos los esfuerzos por defender a los más débiles y posterga- dos, con el cuidado pre y postnatal,  la preocupación especial por los niños. Renovemos nuestro amor a la vida y redoblemos los esfuerzos por su defensa. La madurez de una sociedad se manifiesta en el cuidado y preocupación por los más débiles.

Solo así seremos un mejor país.

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