Padre Hugo Tagle

El Papa hereje

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 12 de marzo de 2018 a las 04:00 hrs.
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Mañana 13 de marzo, el Papa Francisco cumple cinco años de papado. La acción fecunda del Papa Francisco nos recuerda al Papa Juan XXIII, al convocar al Concilio Vaticano II en los años 60. Él utilizó una frase que le sienta bien a Francisco: "Quiero abrir ampliamente las ventanas de la Iglesia, con la finalidad de que podamos ver lo que pasa al exterior, y que el mundo pueda ver lo que pasa al interior de la Iglesia". El Santo Padre ha hecho realidad esa frase profética, moviendo a la Iglesia a un nuevo diálogo con el mundo, a un mejor y más eficiente servicio a la humanidad, en un renovado ímpetu apostólico.

Son célebres expresiones suyas que han marcado su camino pastoral: Una “Iglesia de pobres y para los pobres”, “una cultura del encuentro”, que sirve en las “periferias”. Una lucha contra la “cultura del descarte”.

Un Papa que no ha temido la crítica, mucha de ella torcida y cobarde: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a su propia seguridad” ¡Benditas “herejías” las del Papa Francisco, que tanto bien le han hecho a la Iglesia y el mundo! Es la persona precisa, en el lugar preciso, en el momento preciso.

El Papa ha privilegiado en sus visitas apostólicas los lugares más extremos, las comunidades católicas más desamparadas y perseguidas. Ha puesto luz en una parte de la Iglesia que el resto no veíamos o no queríamos ver. Muy significativo que en casi todos sus viajes visite la cárcel. Lo hizo en Chile. Pudiendo “aprovechar el tiempo” en otras visitas, lo hace ahí; comparte con quienes no le darán nada. “Pierde el tiempo” con los presos. Un signo evangélico, que provoca y desafía.

Pasará a la historia como el Papa de profundas reformas. Pero ha insistido también en que la reforma verdadera es cuestión de cambiar corazones y acoger una vida de servicio. A los más pobres, a los ancianos, a los que están solos, a los refugiados y migrantes. La Iglesia debe estar en medio de esa inmensa masa de la humanidad que se ha quedado al borde del progreso.

“La iglesia está llamada a salir de sí misma e ir a las periferias, no sólo geográficamente sino también a las periferias existenciales: el misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y la indiferencia a la religión, de las corrientes intelectuales y de toda miseria”, ha dicho en varias oportunidades.

Ha vivido su lema papal: “Lo miró con misericordia y lo eligió”, imprimiendo en todo la mirada comprensiva, acogedora, amante de Dios.

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